lunes, marzo 03, 2025

agua turbia

 

Aún no he opinado. He estado esperando que el agua turbia se asiente y deje ver, aunque sea de soslayo, lo sucedido en la Casa Blanca entre Zelenski y mi amado Trompeta. Sí, mi Trompetín, el hombre que hace que las élites y los progres lloren más que un vegano en una parrillada.
Por cierto, ayer me di una vuelta por los alrededores de Mar-a-Lago, y, créanme, se respiraba una paz celestial. Nada de gritos, pancartas ni gente agitando banderitas ajenas. Solo el suave murmullo del océano y el susurro del capitalismo bien entendido. Cuando el estrés me aprieta, doy un paseo por allí. Es terapéutico, sobre todo cuando uno se imagina con una mansión como la de mi querido Trompetín.
Ahora bien, mis primeras impresiones –como diría el célebre perfumista Cruxato– sobre este circo político giran en torno a la última moda del "fascismo fashion". Sí, ahora resulta que los mismos que ven nazis hasta en el café con leche han decidido levantar el puño cerrado, el mismo gesto que Mussolini y compañía usaban para saludar la victoria. Pero no se confundan, que ellos lo hacen por la democracia, la justicia y los unicornios de la paz mundial.
Mis estimados, los progresistas de turno han reciclado símbolos fascistas para apoyar a su comediante ucraniano favorito. Antes, el puño en alto era el grito proletario contra los malvados capitalistas. Ahora es el sello de los influencers, políticos y los fanaticos que agitan banderitas azules y amarillas sin saber siquiera ubicar Ucrania en el mapa. ¿O será que la historia les da alergia? Porque, si de levantar el puño se trata, en Cuba lo hacían con fervor los barbudos castristas cuando prometían un paraíso que terminó en colas para comprar pollo.
Hay un caso que me fascina en las RS. Un espécimen especial, de esos que ya peinan canas, pero siguen creyéndose revolucionarios democratico. Su perfil de Fb es una oda a la contradicción: banderitas, hashtags comprometidos y, por supuesto, insultos a mi Trompeta. Lo llama nazi y fascista, porque en su mente todo lo que no sea CNN equivale a Hitler reencarnado en un magnate inmobiliario.
Y como si no bastara con su manual de incoherencias, este genio ha aplaudido con entusiasmo, escribiendo autobiografía a tres esbirras de la cultura castrista: Carilda, Alicia Alonso y Rosita Fornés, tres "damas" que, además de declamar, bailar y cantar, se dieron el lujo de firmar cartas apoyando sentencias de muerte a cubanos inocentes. Pero claro, para este tipo de gente, el problema no es el comunismo, sino Trump y su "malvado" peinado.
Pero no es lo mismo? Si Trump apoya al malvado Putin, este descerebrado apoya a Fidel amigo de Putin. ¿Cuál es la diferencia? Vamos, por favor, ayúdenme a desenmarañar este rompecabezas tan profundo de una actitud tan apoteósica.
En fin, los tiempos cambian, pero la estupidez se mantiene firme, con el puño en alto y la cabeza hueca. Como dijo Bonhoeffer: “la estupidez es más peligrosa que la maldad porque las personas estúpidas no reconocen su propia peligrosidad”.

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