Contra el trumpismo, nada
La suspensión de los fondos de la USAID daña a la prensa independiente. Varias redacciones que informan sobre los presos políticos de Cuba temen cerrar y en Ucrania el 90% de los medios dependen de este tipo de ayudas
Donald Trump es un político del siglo XX que nos va a llevar a Marte a hombros de Elon Musk, el padre del niño que se sacaba los mocos en el despacho oval la otra tarde. Un niño, X Æ A-Xii, que, con toda probabilidad, vivirá en el siglo XXII. Una de las preguntas que enfrenta el tiempo que se tiende en medio, este siglo XXI del que ya vamos consumiendo el primer cuarto y que, con la biomedicina, la inteligencia artificial y la computación cuántica como trampolines, conducirá a la humanidad hacia cotas de conocimiento y bienestar apenas concebibles, es qué pasará con la herramienta que nos ha traído hasta la libertad y el sosiego de los que disfrutamos hoy, incluidos los lectores de este periódico a la hora del desayuno. A saber, la democracia. Si damos la pelea para que venga con nosotros en este viaje o si, traicionándola o menospreciándola, prescindimos de ella.
La suspensión, apenas una semana después de la toma de posesión de Trump, de las transferencias de los fondos de la USAID, la organización de cooperación gubernamental norteamericana que lleva décadas repartiendo ayuda en los ámbitos más diversos, desde el fortalecimiento de la sociedad civil hasta la ecología, en más de medio mundo, ha sido un movimiento menos sorprendente que catastrófico. Aun disimulado tras la retórica de la eficiencia y la lucha contra el despilfarro, la interrupción súbita y bravucona de los programas de la USAID es un gesto más del ensimismamiento estadounidense en manos del populismo ultraconservador. También ilustra la manera en la que Estados Unidos se retira de la promoción de un mundo más abierto, más plural, más hostil al despotismo y a quienes persiguen, en Bielorrusia o Zimbabwe, en Venezuela o Myanmar, el ejercicio de la libertad y la diferencia. Muestra, en definitiva, que Estados Unidos deja de ser lo que fue y renuncia a aquello que -dejando a un lado la Coca-Cola, el excepcionalismo y Hollywood- lo ha hecho reconocible y envidiado a lo largo de los últimos cien años.
La catástrofe de USAID, a la que Elon Musk ha llamado «organización criminal» en un mensaje en X y de la que Marco Rubio se ha hecho cargo como administrador interino para sofocar a los discrepantes, ha alcanzado lo mismo a Sergui, un psicólogo ucraniano que ayudaba a coordinar desde París una red de apoyo de urgencia a refugiados de la guerra y que me ha dicho esta tarde que se han visto forzados a cancelar todo el programa; que a los periodistas cubanos que, desde Madrid y Miami, cubren las noticias de los presos políticos del régimen de La Habana, y, a punto de cerrar ya sus redacciones en El Estornudo, Diario de Cuba o Cubanet, se lamentan de una decisión que saben absurda e injusta. En Ucrania, ¡si a alguien le importa todavía Ucrania!, cerca del 90% de los medios de prensa -Bihus.info, Ukraïner, Slidstvo.info...- dependen de subvenciones de la USAID o fuentes similares. La razón es obvia: la guerra de Rusia y la consiguiente retracción de la producción y el consumo redujeron a prácticamente cero los ingresos por publicidad. La pluralidad informativa en el país, la capacidad de controlar al poder, la corrupción y las propias maneras de hacer la guerra eran la tarea de medios que ahora han cerrado.
El daño a la prensa independiente sostenida con esos fondos de EEUU es, desde luego, solo una parte del desastre. Pero sirve para ilustrar, con el travieso cinismo de la sinécdoque, el asalto a la libertad global encarnado en el mantra del MAGA -una manifestación, esa sí, del pensamiento mágico, que lleva en el acrónimo la penitencia- que Trump trae a un paisaje global en el que los regímenes autoritarios como Rusia o China expanden sin disimulo su zona de influencia y con menor disimulo aún aplastan cualquier forma de disidencia en sus inmensos territorios, mientras embarran la conversación pública y el discernimiento con sofisticadas y menos sofisticadas herramientas de propaganda contra las que cada vez es más difícil luchar.
No es solo una cuestión de números, por grandes que sean. En un comunicado de Reporteros sin Fronteras se recoge que, para el año 2025, la USAID había destinado más de 268 millones de dólares a apoyar «medios independientes y el libre flujo de la información» en decenas de países. Según los informes de la propia organización, en 2023 la agencia ofreció formación y apoyo a 6.200 periodistas y financió, total o parcialmente, a más de 700 medios de comunicación independientes.
Hay algo aún más grave, que parecen ignorar quienes se consuelan con el anuncio de que la suspensión será solo de 90 días y que, transcurrido este plazo, se reanudarán aquellos programas que hayan demostrado responder a los intereses de los Estados Unidos. Cuando Marco Rubio, nombrado administrador interino de la USAID, es decir, el hombre llamado a disciplinarla y jibarizarla, sostiene que solo se mantendrán los programas que se alineen con la política norteamericana, lo que está diciendo, en realidad, es que se alineen con la agenda del trumpismo. No con los valores de la pluralidad, sino con el antiwokismo y contra el «marxismo», un ismo que, como el de fascismo, ya no nombra más que al oponente para denunciarlo y estigmatizarlo. Cuando el vicepresidente Vance les dice a los políticos europeos que, si «ellos» pudieron aguantar a Greta Thumberg, los europeos podrán hacer lo mismo con Elon Musk, parece incapaz de distinguir entre la púber histérica del enojo, sin más armas que su ceño enfurruñado y una clase política estupefacta y media hora aquiescente, y el todopoderoso Musk sentado a la diestra del hombre más poderoso del mundo y sobre su propia fortuna, como no se conoció otra jamás. Parece, en definitiva, no distinguir entre el poder de cada lunático, algo en lo que, por cierto, el «marxista» Michel Foucault le habría podido echar una mano.
Los déspotas y sus voceros nunca han dejado de tildar de mercenarios a los medios que recibían dinero de la USAID. También la izquierda los ha solido despreciar: publicar en revistas y periódicos financiados por una agencia estadounidense equivalía a mancharse las manos. Ahora se asiste a la aparente paradoja de leer comunicados de las redacciones de los damnificados pidiendo a sus lectores que colaboren para mantener el periodismo independiente. Un periodismo independiente, tan dependiente del dinero norteamericano que, sin él, desaparece.
El contento de los enemigos de la prensa crítica en los peores rincones del mundo no puede ser mayor. Mentían tildando a la prensa crítica de proyanqui. Mentían porque la financiación de Washington pagaba la pluralidad: medios más alineados a la izquierda que a la derecha recibían fondos, como los recibían medios conservadores. La USAID financiaba a un mundo que se pareciera al país que los financiaba. Por diverso, por múltiple, por democrático. Por la sencilla razón de que el dinero norteamericano, el dinero de la USAID, es el dinero de todos los estadounidenses, el de los impuestos que pagan hombres y mujeres de diferentes credos políticos, de intereses ambientalistas o antiabortistas, de lectores de Whitman y de oyentes de los podcasts de Joe Rogan, de quienes aman y hablan la lengua española que ahora proscriben en la web de la Casa Blanca y de tipos que, acodados en la barra de un bar en Oklahoma City, creen que los mexicanos deberían quedarse allá abajo del Río Bravo.
La grandeza de quien repartía ese dinero era la de quien, desde una sociedad plural, financiaba también la pluralidad que trae libertades y sociedades más fuertes y justas. Ya no volverá a hacerlo. Porque la Casa Blanca se niega ahora a financiar a quienes no le rían la gracia. «Con la Revolución todo, contra la Revolución nada», proclamó aquel Castro desde el primer momento de su revolución comunista. «Con el trumpismo todo, contra el trumpismo nada», practican ahora los nuevos conservadores en este alucinante y desolador giro de la historia.
👇👇👇👇👇👇👇Tienes que reconocer, El ciclon de Ovas El Hombre Invisible, que es un artîculo Fidel a la mierderîa que siempre ha tenido FERRER en su cerebro, si pierden el GRANT, se quedan sin la Gloria de 'mantenidos'. La lloradera de la mantenida élite izquierdista cubana por perder FINANCIAMIENTO de la #USAID alcanza el paroxismo tràgico de un griego que sin fondos no puede cocinar con aceite de oliva. Para que os dé vergûenza la escribe un cubano llamado Ferrer.
se le acaba el privilegio?
RIALTA: https://rialta.org/jorge-ferrer-escritor-traductor-publica-libro-rusia-cuba/
EL ESTORNUDO: https://revistaelestornudo.com/jorge-ferrer-paideia-escritores-cubanos/
LATINO bOOK REVUE : https://www.latinobookreview.com/entre-rusia-y-cuba-contra-la-memoria-y-el-olvido---jorge-ferrer--latino-book-review.html
#ApuntesDeLaAldeaGlobal | El propio Fidel Castro marcaría la pauta de aquel lavado de memoria en Cuba y América Latina, en las tres décadas que han seguido a la desintegración de la URSS Escribe
LARAZON https://www.razon.com.mx/opinion/2024/09/14/rusia-cuba-y-el-olvido/
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