El Sueño con Rafael Rojas (Rojitas el Zurdo)
(Un poema con licencias democráticas y copas sin fondo)
I. La Aparición
que os deslizáis sin ruido ni toca!
¿Sois ángel caído o monje erudito,
un sabio ilustrado o un bardo maldito?
— Ni duende ni monje, Rojitas, mi hermano,
sólo un viajero de paso temprano.
Mas ved que os miro con gran maravilla,
¿sois el que en libros aún brilla?
— ¡Soy yo, Rafael, el zurdo afamado,
de verbo punzante y pluma de Estado!
Mas dime, buen hombre, ¿qué viento os trajo?
¿Venís con la CIA o con un monje bajo?
— Vengo del sueño, de tierras lejanas,
donde los libros son mieles cubanas.
Mas ved, Rojitas, no os hagáis tonto,
¿cómo es que odiáis la Florida y tenéis un pronto?
— ¡Callad, callad, que el mundo es traidor!
Uno reniega, mas teme el horror.
Si México arde en rojo fogón,
¿no he de guardar en el norte un rincón?
— Decís que la patria es solo una idea,
mas bien aseguráis parcela y azotea.
Sois zurdo y demócrata, libre y cabal,
mas tenéis un plan B, ¡por si suena mal!
II. La Mesa y el Whisky
— Venid, caballero, sentaos conmigo,
brindemos con whisky, ¡sed mi testigo!
Aquí tengo tres, para el hombre de mente,
y un trago os doy si sois indulgente.
— Tomaré con asco, con leve desdén,
pues un hombre de letras no bebe a su bien.
Mas dime, Rojitas, ¿qué tramas ahora?,
¿un nuevo ensayo o una aurora?
— Ni libro ni pluma me ocupan del todo,
sino dos jevas de grácil modo.
Que el verbo se cansa, el alma se enfría,
y nada hay mejor que un goce en la orgía.
— Decís, Rojitas, palabras de altura,
mas ved que yo soy de otra postura.
No es que reniegue del noble placer,
mas suelo en hombres mi amor entretener.
— ¡Por todos los santos y libros de prosa,
ved qué tragedia, qué pena hermosa!
Mas no os preocupéis, que el whisky es fuerte,
y al alba olvidáis lo dicho en la suerte.
III. La Comparación Filosófica
(Rojitas, con ceño de gran pensamiento,
se alza y observa con gran miramiento.)
— ¡Oh, compañero, levantaos ligero,
mirad vuestro porte, qué grande viajero!
¿No os dais cuenta del sino fatal?
Vivimos como Gulliver en reino infernal.
— ¿Decís que la plebe que aquí nos rodea
es chusma ignorante, vil azotea?
¿Que sólo vosotros, de estirpe y honor,
sois altos sabios de mundo mejor?
— Así es, amigo, la vida es agria,
somos gigantes en tierra contraria.
Nosotros leemos, debatimos, creamos,
mientras la plebe se arrastra en sus llanos.
— ¡Oh, Rojitas, qué farsa divina!
Reniegas del norte, mas amas su esquina.
Criticáis la yunta del dólar hambriento,
mas tenéis mansión con vista al viento.
— La lucha es idea, palabra y razón,
mas nunca se sufre sin una mansión.
Pues, si cae México en roja tormenta,
la gusanera me abrirá su puerta.
IV. El Despertar
Entonces desperté con gran estupor,
riendo y llorando de tanto furor.
Pues si algo aprendí de Rojitas el zurdo,
es que el exilio es un trago absurdo.
Y así os lo cuento, en verso adornado,
de un sabio cubano, dos jevas y un trago.
Que odia Miami, lo niega y lo jura,
mas tiene en la costa su casa segura.
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