domingo, marzo 14, 2010

LA TRAGEDIA DE LOS HERMANOS SIAMESES, DE JOSÉ MANUEL POVEDA(1888-1926)




LA TRAGEDIA DE LOS HERMANOS SIAMESES, DE JOSÉ MANUEL POVEDA(1888-1926)



Nacieron juntos, deformemente juntos. Estaban unidos por el vientre, y tenían un solo estómago e intestinos comunes; pero cada uno tenía su corazón y su pensamiento.

El padre extraño y la madre oscura que los engendraron, quisieron separarlos; pero al comprender que un hermano no viviría sin el otro, esperaron a que muriera por sí mismo aquel doble hijo único. Sin embargo, el monstruo logró sobrevivir a su propio absurdo, y los hermanos siameses fueron creciendo juntos, monstruosamente juntos.
Durante años, los dos hermanos no tuvieron concepto sino de una sola existencia.

Como las necesidades eran las mismas; como la educación, las sensaciones, las percepciones eran idénticas; como su odiosa fraternidad abdominal los obligaba a estar de acuerdo perfecto en todo, a gritar con gritos simultáneos y a moverse con gestos complementarios, los hermanos siameses no pudieron imaginar, durante largos años, que fueran dos seres distintos. El dolor contraía a un mismo tiempo sus músculos; todas las necesidades bestiales los movían con isócronos movimientos.

El monstruo ponía entonces en marcha sus cuatro piernas, o alzaba en desesperación los cuatro brazos, o lloraba con un llanto acorde por sus dos bocas abiertas. Sólo las sensaciones leves, aquellas que originan los deseos lentos, conocían un intervalo discriminativo; uno de los hermanos siameses la experimentaba primero, y el otro la recibía como un eco. Así, cuando en las tardes claras, sentados sobre sus piernas recíprocas, paseaban en cochecito, se les veía imitarse los gestos con suaves reflejos idiotas, sin observarse el uno al otro, pero tan íntimamente ligados como si fueran un solo espíritu. Y, no obstante, la infancia del monstruo fue triste.

Repulsivo a causa de su grotesca anomalía, jamás logró ser acariciado. Siempre a distancia de todos, y capaz de despertar la curiosidad, pero incapaz de provocar las ternuras, el ser absurdo ignoró siempre todo amor, mimo, cariño, abrazo; y sólo tuvo en torno suyo el silencio y el desprecio. Durante la infancia esa realidad le era sensible sólo por una vaga conciencia de su soledad; y en tales instantes el monstruo lloraba, sin saber por qué, sacudido por un cierto terror indefinible.

Más tarde, cuando los hermanos siameses comprendieron ya el lenguaje de los hombres, y pudieron imaginar el sentido de algunas palabras abstractas, el sentimiento de soledad y de terror trocóse en un extraño impulso de rebelión, de protesta exasperada contra una injusticia cuya fuente no sabían ver en sí mismos. Y así llegaron a considerar a los hombres como un adversario enorme y lejano; y entonces se abrazaron como para luchar estrechamente con el enemigo sin contorno que los perseguía a sonrisa y a desdén. Pero no en vano cada uno de los hermanos siameses tenía su corazón y su pensamiento. Las dos cabezas, unidas en una sola voluntad por las necesidades comunes, debieron llegar a pensar palabras, y hubieron de sentir diversamente, sobre el corazón, el eco de sus palabras.

Iban comprendiendo, con lentitud, su vida y la vida; y a causa de que la iban comprendiendo de distinta manera, según sus facultades peculiares, al cabo se miraron en los ojos y quisieron formular en silencio una pregunta nueva. "Hermano", prorrumpieron simultáneamente, pero la palabra hermano se les heló en la boca, y ya después no se atrevieron a decirse lo que habían pensado. Desde ese día, empero, comenzaron a distanciarse los hermanos inseparables. Uno era más bueno; otro era más fuerte. Uno era más simple; otro más soberbio. Uno era más un corazón; el otro era más un espíritu. Uno clavaba en el otro los ojos tristes; el otro miraba hacia lo lejos. Jamás se explicaron, ni discutieron nunca. El vientre común les conservaba el acuerdo supremo de los deseos bestiales, y del llanto y de la risa; y así conservaban una sola voluntad.

Pero, un día tras otro, dejaron de amarse. El uno, el que era más corazón, recelaba y sufría. El otro, el que era más espíritu, despreciaba y soñaba. Llegaron a odiarse sin palabras cuando comprendieron, al fin, que su propia fraternidad monstruosa era la causa del dolor común; cuando supieron que eran desgraciados sencillamente porque eran inseparables. Así vivieron todavía mucho tiempo, y pasearon entre las multitudes su soledad colérica. Así, convertidos en un espectáculo, fueron lanzados a que ganaran su pan de las muchedumbres; y conocieron a todos los hombres, y aprendieron, en los propios rostros de los espectadores que salían, por millares, a su paso, toda su propia miseria y su esclavitud abominable.

Fue en ese viaje por entre las turbas como precisaron los hermanos siameses la necesidad de estar solos, y el horror de no poder estarlo nunca. Y al fin llegó a pesarles de tal modo su fraternidad sin nombre, que, al quedar entregados el uno al otro, el hermano soberbio volvía el rostro, para respirar; y el hermano simple cerraba los ojos, para dormir.

Una noche, terminada la penosa jornada, los hermanos siameses se tendieron, rostro con rostro, sobre sus costados. El hermano bueno cerró los ojos. El hermano fuerte se le quedó mirando. Se quedó mirándolo con los ojos fijos, muy abiertos y muy fijos. Y quizás por tenerlos tan abiertos y tan fijos, de pronto los ojos se le llenaron de lágrimas, y después se le llenaron de sangre.

El hermano simple abrió los ojos, sobresaltado como por un alerta íntimo; pero ya el hermano soberbio se le había aferrado al cuello, y lo ahogaba, y, como la víctima lanzara un grito, el victimario le aplastó la boca con la boca, y le clavó los labios con los dientes. Y así, en silencio, continuó ahogando el hermano al hermano, loco, sublevado, en un frenesí de odio delirante, sin objeto y sin raciocinio; en un terrible temblor de crimen y de sacrificio, hasta que el hermano dejó de moverse, exánime de la misma muerte que había perpetrado.

Así quedaron muertos los hermanos siameses; pero sus bocas cosidas parecían entonces besarse furiosamente; y el abrazo de agonía era más íntimo, más estrecho, más confiado, más amante que nunca, como si por primera vez se hubieran abrazado libremente.

©José Manuel Poveda(Santiago de Cuba,1888-1926)



Cortesia de José Manuel Poveda, quien cuenta: " A mí siempre me ha impresionado este relato de mi malogrado ascendiente. Lo curioso es fue escrito mucho antes de la Revolución cubana, y este texto para mí es una verdadera metáfora de la tragedia actual de los cubanos: existen dos Cubas que se odian mutuamente y a la vez están condenadas a compartir los mismos órganos vitales. Y una terminará devorando a la otra inevitablemente"


Saturno comiendose a sus hijos..Goya ***

7 comentarios:

Margarita Garcia Alonso dijo...

****Sobre 'Saturno devorando a sus hijos. Francisco de Goya. 1819.1823'
Ubicación: Museo del Prado

Estilo artístico: llamadas Pinturas Negras

Técnica: Óleo sobre lienzo

Dimensiones: 146 x 83 cm.

Más información: Análisis, Pinturas negras

Otras obras de Goya en Observatorio:El sueño de la razón produce monstruos, Los fusilamientos del 3 de Mayo.

•Historia: Según la mitología, el dios Saturno o Cronos debía eliminar a todos sus hijos para evitar que lo destronaran. Así, cuando nacían de su mujer, Rea, él directamente se los comía.
•Simbolismo: La pintura es una de sus pinturas negras, que colocó en su casa, la Quinta del Sordo, en la planta baja. Se trata de pinturas oscuras, realizadas originalmente con la técnica de óleo a secco, es decir, en la pared; posteriormente pasadas a lienzo. Se trata de una pintura muy desgarradora, que simboliza el paso del tiempo ya que Cronos o Saturno era el dios del tiempo. Así, el tiempo nos devora inexorablemente y de forma cruel, algo que atormentaba al pintor.
•Sangre: Se trata de una pintura muy cruel, llena de dramatismo, sobre todo visto en dos puntos: la boca del dios desgarrando la carne de su propio hijo y la mancha de color representado la sangre. Esta última es verdaderamente desconcertante, ya que es una simple mancha, sin dibujo, resaltando el carácter espontáneo.
•Monstruoso: Goya representa al dios como un verdadero monstruo, con unos ojos saltones y atormentados, locos de ira. Así, representa al tiempo como un animal inexplicable que nos devora. Sería una imagen del tiempo melancólica por parte de Goya, que ya mayor, representa su nostalgia del tiempo pasado.
•Estilo: De fondo negro, nos representa de cuerpo entero a un personaje desdibujado, cuya deformidad es evidente y que produce mucho más dramatismo en la escena. Así, otro elemento que representa dicha crueldad es que apenas es dibujo, sino una simple mancha que sale de la nada oscura.

aserecubano dijo...

Puedo entender que Saturno es la familia Castro en pleno.

Se acabo la diversión llego el COO-MANGANTE y mando a parar.
Paro la libre expresión.
Paro la libertad.
Paro el libre movimiento.
Paro la jama.

Margarita Garcia Alonso dijo...

Estimados amigos y compatriotas.

Dado los últimos comentarios desafortunados realizados a partir de la muerte por huelga de hambre del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo por distintos artistas españoles, apoyados por otro grupo de ellos, he escrito esta CARTA ABIERTA con el fin de recordarles que tanto el fallecido como cualquier persona, así como los artistas e intelectuales que hemos salido de Cuba, vivimos en España o en cualquier otra parte del mundo, somos merecedores del mismo respeto que se les debe a ellos y que ellos mismos dicen profesar hacia los demás y sobre todo a personas víctimas de diferentes injusticias. Es una carta en la que simplemente se les pide un comportamiento adecuado hacia los afectados por una circunstancia política adversa que sucede en nuestro país de origen, Cuba, desde hace más de medio siglo.

Pueden adherirse a ella todos cuantos deseen, pero preferiblemente los artistas e intelectuales cubanos que vivimos en el exterior de la Isla. El espacio de "ciudadanía" está dispuesto para señalar en él el número de DNI en el caso de ser ciudadano español; para otras nacionalidades, simplemente escribir el nombre del país. Este dato (el DNI) se mantendrá oculto para la copia que circulará a fin de reunir firmas, y sólo será reflejado en el original que será presentado a todos los medios de comunicación así como a la SGAE (Sociedad General de Autores Españoles) y a otras instituciones y asociaciones españolas vinculadas a la creación artística.

Si están de acuerdo con lo expuesto en el texto, agradeceríamos mucho su participación.

Muchas gracias.

David Lago González

Poeta y Escritor



(Por favor, pasarla a todos los que consideréis oportuno.)
pd. firmar en el blog de David directamente, el link esta en una entrada del blog... gracias

Anónimo dijo...

Maria Cristina Fernández

Hay una vena en la narrativa cubana, que se insinúa en Calófilo, esa pieza precursora de Borrero, y continúa en otros, se exacerba en Virgilio Piñera tal vez, y que rezuma una incompatibilidad de reunificar lo que es y lo que debiera ser; una agonía esencial de la materia estrangulada por ciertos instintos sórdidos, inherentes a la condición humana y a su entorno. ESte cuento es bien elocuente de ese desgarramiento, muy elocuente.

Anónimo dijo...

Daína Chaviano

Ya conocía ese relato. Una pequeña joya.

Anónimo dijo...

Humberto Gonzalez

El realismo magico se le adelanta aqui a Garcia Marquez, es una historia muy bien contada y lindo saber que ademas que esta contada por un ancestro DE pOVEDA.

Anónimo dijo...

Cleopatra Valdes

genial, muy contemporaneo y muy humano ese cuento...no sé en cualquier manera nos retrata, me refiero a la manera de vivir de hoy, donde estamos a veces obligados a vivir nuestras personalidades como si fueramos esos hermanos siameses...me gusto mucho