El Club de los Iluminados: manual de supervivencia intelectual
Si quieres triunfar en el fascinante ecosistema de los intelectuales cubanos exiliados, no basta con escribir bien, leer a los clásicos o siquiera tener ideas propias (¿qué te crees, un genio autodidacta?). No, amigo mío, para alcanzar la cima de la pirámide cultural tienes que aprender las reglas del juego, y la primera es sencilla: obediencia absoluta a los capos intelectuales de turno.
Aquí no se trata de pensar, sino de alinearse. Tienes que identificar rápido a los jefes del cartel, esos que reparten las credenciales de “intelectual serio” con la misma precisión con la que un viejo maestro tabaquero selecciona las mejores hojas de Pinar del Río. ¿Y quiénes son estos grandes dispensadores de prestigio? Bueno, si no sabes, ya empezaste mal. Pero te haré el favor: Ponte, Rojas y compañía. Son como los padrinos de una logia invisible donde la única herejía es pensar por cuenta propia. Fiat voluntas eorum!
Todo aspirante a intelectual cubano debe aprenderse de memoria las Sagradas Escrituras del Exilio, que incluyen (pero no se limitan a) los ensayos y diatribas de los Capos. No importa si no entiendes del todo lo que dicen (ni ellos mismos a veces lo entienden), lo importante es asentir con cara de iluminado. Al final, "credo quia absurdum est" es la mejor actitud: no necesitas comprender, solo creer.
Para ganar puntos, no basta con leer a los jefes: tienes que citarlos. No importa si el tema no tiene nada que ver con lo que escribieron, lo que cuenta es mencionarlos. ¿Hablando de literatura gótica? No olvides deslizar algo como: “Como bien señaló Ponte en su brillante análisis sobre la fragilidad ontológica del exilio...” Aunque nunca haya dicho tal cosa, da igual, nadie lo verificará. Y es que, como dice el viejo adagio, "verba volant, scripta manent".
No se te ocurra cuestionar a los grandes. La duda es un vicio de mentes débiles, y en este club solo hay espacio para creyentes. Si un Capo dice que la cultura cubana está en su peor crisis de la historia, asientes; si al mes siguiente dice que está viviendo un renacimiento sin precedentes, vuelves a asentir. Adaptabilidad ante todo. "Roma locuta, causa finita", no hace falta discutir más.
En algún momento te tocará demostrar lealtad participando en el linchamiento público de algún desobediente. Alguien que osó disentir o, peor aún, ignorar a los jefes. Es tu oportunidad de oro para demostrar compromiso. Un artículo feroz, una diatriba en redes, un comentario venenoso en una tertulia... lo que sea, pero hazlo. Recuerda siempre: el tiempo pasa y las víctimas cambian, pero la lógica del sacrificio sigue intacta. Hoy destrozan a otro, pero mañana podrías ser tú.
Este es un principio básico: tú me alabas, yo te alabo. Es una cadena de favores donde todos nos citamos, nos recomendamos, nos premiamos entre nosotros. La clave está en hacer creer que el reconocimiento viene de fuera, cuando en realidad es un circuito cerrado. "Do ut des", así se mueve la rueda. No importa si el libro es mediocre o el ensayo no dice nada nuevo; lo crucial es inflarlo con solemnidad y referencias cruzadas.
Si sigues estas reglas al pie de la letra, con suerte y paciencia, un día recibirás el sello de validación: un prólogo de uno de los Capos en tu libro, una mención en una ponencia, quizás hasta una invitación a una de esas mesas redondas donde todos asienten con gravedad mientras se repiten las mismas ideas de hace 30 años. Porque al final, en este mundillo, no se trata de pensar, sino de pertenecer. Y así, "sic transit gloria mundi", y con ella, la ilusión de que alguna vez fuiste libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario