martes, febrero 25, 2025

Ceci AC y su pánico de que la academia se quede sin dinero y no puedan seguir viviendo del cuento

 


Y la cantaleta anti-Trump del izquierdista Rafael Rojas no descansa. Ahora nos enlaza un texto de un académico cubano en EE.UU. que, en un arranque de nostalgia intelectual, decide invocar a Max Weber para explicarnos el “fenómeno fastidioso” de Trump. Ya no basta con analizar el presente: ahora hay que desempolvar a los muertos ilustres y hacerlos opinar sobre la política actual. Solo le faltó especular si Weber habría tuiteado #OrangeManBad o si hubiera considerado a Trump un "tipo ideal" para el supercapitalismo digital.
La jugada es la de siempre: agarrar a un clásico, retorcerlo un poco, darle un barniz de actualidad y venderlo como una gran revelación. Alejandro Portes, recién condecorado con el Premio Daniel Cosío Villegas, se monta en la ola y nos cuenta que Trump es producto de la desindustrialización, la burocracia weberiana y la nostalgia de la clase obrera blanca. ¿Ven? Un poco de sociología rancia y ya tenemos la gran explicación del siglo.
Portes, que hasta ahora se dedicaba a estudiar migración y economía informal, decide que es hora de meterse a intérprete de Weber. Así que nos suelta una lección sobre "dominación carismática" y "desencantamiento del mundo", como si Trump fuera una especie de Lutero con peluca dorada. Pequeño detalle: el carisma weberiano no aplica a un tipo que basa su liderazgo en insultos por Twitter y shows de reality. Pero bueno, dejemos que la academia siga jugando con sus categorías.
Lo mejor viene cuando Portes nos repite el cuento de que el trumpismo es pura frustración de los obreros blancos desplazados por la globalización. Un argumento tan original como un remake de Hollywood. Claro, aquí no hay élites tecnocráticas empujando agendas impopulares, ni medios de comunicación polarizando todo, ni redes sociales amplificando el populismo digital. No, no, todo es culpa de los pobres trabajadores que se volvieron nativistas y xenófobos. ¡Qué fácil es explicar el mundo desde una oficina en Princeton!
Portes nos ilumina con otra revelación impactante: este fenómeno no solo pasa en EE.UU., sino que también ocurre en Canadá y Europa. ¡No puede ser! La globalización afecta a varios países… ¿Quién lo hubiera imaginado? Casi que nos sugiere que deberíamos darle otro premio por descubrir lo obvio.
Pero no podía faltar el toque moralista: un llamado a que las ciencias sociales se unan en un "ejercicio analítico colectivo" para entender este caos. Justo ahora que están más desfinanciadas que nunca. Lástima que el problema no es la falta de análisis, sino la falta de creatividad para ofrecer algo que no sea el refrito de siempre.
En fin, lo de siempre: nos toman por tontos, desempolvan un clásico, lo acomodan a la moda del día y nos lo venden como si Weber hubiera escrito pensando en Trump. Y como ya nadie lee a los clásicos —y mucho menos a un socioeconomista como Weber— nos quieren pasar gato por liebre.
Para mí, en todo el texto de Portes hay un denominador común, un motor impulsor: el pánico de que la academia se quede sin dinero y no puedan seguir viviendo del cuento. ¡Imagínate el drama! Sociólogos sin financiamiento, sin conferencias pagadas, sin estudios “relevantes” sobre lo que Weber habría opinado de Trump.

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El sociólogo cubano Alejandro Portes, profesor de las universidades de Princeton y Miami, es el merecedor de la última edición del Premio Daniel Cosío Villegas, que otorga El Colegio de México. En 2019, este académico fue reconocido con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, convirtiéndose en el segundo cubano, en este siglo, en recibir dicho galardón después del escritor Leonardo Padura. 

 Portes es muy conocido por sus estudios sobre las inmigraciones latinas o hispanas en Estados Unidos, especialmente las mexicanas y las cubanas, publicados en los años 80 y 90, en colaboración con Robert L. Bach, Alex Stepick y Rubén G. Rumbaut. Pero como se recordó en la pasada ceremonia del premio Cosío Villegas, en el Colmex, Portes es también autor de investigaciones clásicas y muy influyentes sobre las clases sociales, la economía informal y los procesos de urbanización en América Latina. 

 En su conferencia de recepción del premio, Portes no desarrolló ninguno de esos temas, por los que es conocido y referenciado. Su charla versó, en cambio, sobre algunas ideas centrales de Max Weber y su utilidad para pensar el fenómeno del trumpismo en Estados Unidos. Recordó Portes las conferencias “La ciencia como vocación” (1917) y “La política como vocación” (1919), en la Universidad de Munich, y la forma en que esos textos desarrollaron conceptos de Weber, plasmados en otras obras, como La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904) y Economía y sociedad (1921). 

 Habló Portes de ideas como el “desencantamiento del mundo” o la secularización moderna, la “dominación carismática y la burocrática”, la desindustrialización y el crecimiento de la desigualdad, como fenómenos sociológicos, estudiados por Weber, y que serían constatables en Estados Unidos en las últimas décadas. La clase trabajadora blanca de amplias zonas del centro de esa nación se ha visto desplazada del mercado de trabajo y ha desarrollado una mentalidad nativista y xenófoba, dirigida especialmente contra los migrantes de ascendencia latinoamericana. 

 Portes propone interpretar el fenómeno Trump y la corriente política qué él encabeza, desde el Partido Republicano, como una respuesta política al cambio social profundo de la desindustrialización. El sociólogo argumenta que el triunfo de Trump en ambas elecciones, las de 2016 y 2024, y la popularidad de sus políticas en un amplio sector de Estados Unidos, tiene sus raíces en una transformación del capitalismo estadounidense, que también se está produciendo en Canadá y Europa. 

 El sociólogo insistió en que se trata de una realidad mundial, que debe analizarse globalmente. Su llamado a que las ciencias sociales formen parte de ese ejercicio analítico colectivo no podría ser más oportuno. Ante tantas señales inquietantes de desfinanciamiento de las ciencias sociales, en América Latina y el Caribe, ojalá la exhortación del sociólogo llegue a su destino.

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