Les pongo un ejemplo clásico de intolerancia cibernética. Digo clásico porque se repite con puntualidad inglesa en innumerables publicaciones, en particular cuando el post aborda la relación del gobierno cubano con el exilio, o de los cubanos del exilio con artistas que llegan de la Isla, como es el caso.
Uno expresa su opinión y enseguida aparece quien le ordena callarse, porque básicamente tiene un criterio diferente.
Que me calle la boca, me pide Raima Mesa desde La Habana. Que me calle.
Me manda, además, para la “real p….” (lo que sea que eso signifique).
No se preocupe, Raima, la entiendo a usted.
El comportamiento humano suele acomodarse al contexto y en Cuba nos enseñaron a callar.
Pero tómelo con calma. Fuera de la Isla avasallada, la gente suele hablar sin cortapisas. Usted misma lo hará en su día, porque espero no sufra la desdicha de morir en aquella tierra esclava.
Saludos respetuosos para usted y buena suerte.
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