Échenle un ojo a la figura, noten los rasgos coreanos y japoneses. Para este pequeñín, Occidente es como Disneylandia: sociedad abierta, democracia, Estado de derecho, derechos humanos, tolerancia, pluralismo y economía de mercado. La esencia de la democracia liberal es mantener el poder a raya con elecciones libres, proteger a la oposición y a las minorías, y tener libertad de expresión, separación de poderes, derechos fundamentales y un Estado de derecho. ¿Y adivinen qué? ¡Todo lo contrario de lo que se cuece en las autocracias, que parecen estar de moda!
En medio de este panorama, está vapuleando a Trump mientras el pequeñín intenta venderles a los latinos cubiches en la gusanera de Miami la idea de que Kamala Harris es el futuro y la salvación. Claro, como si ella no tuviera nada que ver con el desastre económico y político que atraviesa Occidente, todo por culpa de ese venerable anciano en la Casa Blanca.
Estos "campeones del pluralismo inclusivo" (donde todo vale) arrastran un campamento de seguidores en las redes y llevan el aroma inconfundible de la izquierda encubierta en sus relaciones con socialistas y comunistas del mundo.
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