Escritores Autistas Cubiches? POR rOGELIO gARCÏA
Para entender el autismo literario cubiche, imagina esto: "Quien se desprecia a sí mismo se sigue respetando todavía a sí mismo como despreciador" y "¿Qué hombre sensato escribiría hoy día una palabra franca sobre sí mismo? Tendría que pertenecer ya a la Orden de la Santa Temeridad." Un par de joyas, ¿no?
Nuestro querido onirologo de Vilis veía la metafísica como un síntoma del dolor del mundo y un refugio del mismo. Los autistas cubiches compraron esta idea como si estuviera en oferta, pero dijeron "no, gracias" a la afirmación de lo inafirmable, considerando al gran relato como una novela de ciencia ficción sin mucho sentido en la vida real. Para el Bag Boy, existir una vez ya era como una rebaja de fin de temporada: suficiente para una vida, ¿quién necesita más?
Lezama, siempre el dramático, respondió a "Memorias de la casa muerta" como si le hubieran leído la palma de la mano. Mientras tanto, el onirologo de Playa Albina, encerrado en su buhardilla, se dedicaba a un solo tema: cómo seguir adelante cuando todo parece faltar y todo resulta abrumador. Un tipo muy perseverante, claro está.
García Vega, por otro lado, convirtió la vida espiritual en algo más terrenal y relajado. Olvídate de los altos vuelos de Lezama y Piñeira con su existencialismo de resistencia; el onirologo prefería no comprometerse y mantener una postura tan clara como un vaso de agua turbia. Es como ser un actor sin un guion: pura improvisación.
El epigonismo sin freno ha llegado. Para los autistas, los aforismos del Maestro son como el horóscopo del día: prácticos y listos para usar. ¿Quién tiene tiempo para profundizar en quién o qué distribuye esos estados de ánimo? Mejor pasar de los análisis psicológicos a los existenciales, ¡y a seguir con la vida!
El autismo cubiche adopta su humor agresivo-depresivo como quien adopta un perro callejero: con cariño y resignación. Ven el mundo lleno de fastidio, aburrimiento y una furiosa rebelión contra todo lo establecido. Los ideales de la metafísica, según ellos, son como los comerciales de productos milagro: pura enfermedad física o psicofísica. Para estos autistas, "pensar" no es "dar las gracias", sino "vengarse". ¡Toma eso, Descartes!
El autismo cubiche necesita una escritura basada en el resentimiento puro, como si este fenómeno hubiera existido desde siempre. Pero, ¿y si esta escritura solo fuera posible gracias al onirologo de Playa Albina? En esta trama, el existencialismo terco se transforma, dejando de lado el existencialismo de resistencia como una moda pasajera, y se convierte en un existencialismo inevitable con un toque de rebeldía bogomilista. Este cambio radical solo se detiene en el límite del inexistencialismo asiático: dejar una ausencia, despedirse del mundo o simplemente existir en solitario bajo el albor del Body.
Así es como los escritores autistas cubiches navegan por su propio universo literario, siempre con una sonrisa irónica y un guiño cómplice al lector.
NOTA BENE/
NO, mi querer, soy autista asperger, y si algo tenemos como singularidad dentro del espectro autista es el tono directo y la imposibilidad social de mentir segûn las creencias que poseemos, lejos de la opiniôn de los neurotîpicos, sus manejos sociales, o la imitaciôn de poses esterotipadas de lo que es la neurodivergencia. Aunque antes se usaba de forma peyorativa, incluso se puso a la Moda para iescudarse en 'no es mea culpa', los berracos copistas de ôpereta por muy cara de tarados que ofrezcan para likes, no padecen el trastorno, son solo neutotîpicos metidos en un rol de mentiras y tramas sociales para subir alguna escalera que me es desconocida. No los catalogues asî, me ofendes la integridad.
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