El odio sigue su curso, como buen río ideológico. Esta vez le toca al viejo comunista cubano avecindado en Chile, aquel que en sus años mozos agitaba multitudes a favor del castrismo con la misma energía con que hoy agita su cuenta de Fb. Su militancia no ha perdido ni el tono ni el tufo. Ahora, desde el Cono Sur, pontifica a favor de los socialistas chilenos y de una juventud “enérgica” que odia al capitalismo y ahora a Trump con la misma pasión con que antes idolatraba a Lenin (o a Silvio Rodríguez, según la playlist del día).
Dilla —sí, ese mismo— saca una vez más su gastada banderita roja, esta vez con barniz de “demócrata posrevolucionario y postcomunista”, como si el cambio de adjetivo pudiera ocultar el rencor de siempre.
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