¡Candela al macao hasta que suelte…!
Por Klaritza Morales CalvoDesde los últimos acontecimientos y a raíz del anuncio de la futura liberación de los presos políticos detenidos durante la oleada represiva conocida como La Primavera Negra de Cuba, sumida en una mezcla de variados sentimientos, he llegado a la triste conclusión de que a los cubanos nos quedan por lo menos 50 años más de castrismo.
Tal vez no. Tal vez, de la noche a la mañana, pasemos a formar parte de la bandera estadounidense o la española. Total, la una o la otra, ¿cuál es la diferencia? Yo nací tres años después de que los Chacumbeles se coronaran Emperador y Rey de la isla de Cuba.
Todos los que nacimos en esa época sabemos cómo estos monarcas nos adoctrinaron, engañaron, quitaron, alienaron… Lamentablemente, aquello era normal para mí y para casi todos los que me rodeaban. De “eso” —la dictadura— no se hablaba, y quien lo hacía y/o insinuaba, ya saben, y más en el interior del país. No obstante a la nula información que nos llegaba desde otros lugares del mundo o del propio país, y alguna que otra conversación escuchada —sin querer— a los adultos de cómo era “antes”, comenzamos a darnos cuenta de que las cosas así no eran normales, que podían ser mucho mejores, que si la vida era así ¿dónde radicaba el encanto? Y fuimos madurando, y con la maduración, por supuesto, llegaron las etiquetas: “Disidentes”, algunos con expedientes en el G-2 y otros sin él, pero “disidentes de conciencia” al fin y al cabo.
Éramos disidentes en el seno familiar o de amigos íntimos, acobardados la mayoría de los últimos y ya siendo profesional, "ellos"siempre saben como una piensa, ante un requerimiento para abonar las MTT te niegas alegando tu inclinación por la paz mundial y por ende no deseas fomentar fondos para guerras-imagínense el resto-"desafecta"-otro epíteto, habría que hacer un diccionario chacumbeliano que de seguro rompería récord Guines por adjetivos innumerables puestos a la disidencia en cualquiera de sus manisfestaciones. No obstante y a pesar de, tu vida continúa-si aquello puede llamarse vida-
En Cuba las cosas siguen igual. Perdón, peor. ¿Soluciones? La máxima aspiración de la mayoría de los cubanos: ¡Largarnos pa’l carajo! ¿Adónde? Adonde sea. No importa si a Haití o a Burkina Faso, la cosa es salir. Pero entonces —en mi caso particular— apareció el tendencioso cómo. Afortunadamente, después de muchísimos años de duro bregar e intentos fallidos, de permisos denegados, finalmente vi cumplido mi “sueño-pesadilla”.
Se me cumplió, hace ya once años. ¿Lindo emigrar? ¡Las pelotas!, como dicen los argentinos. ¿Te acostumbras? Mentira, te semi-adaptas. ¿Sufres? ¡Horrores! ¿Cuándo pasan los años dejas de ser extranjera? ¡Jamás! Aún cuando logres miles de cosas materiales, sociales o profesionales, ¿te sientes triunfadora, feliz? No, definitivamente. ¿Aprendemos a vivir en democracia y hacer uso de ella? A medias.
Es como si nos hubieran estigmatizados a vivir de prestado. Como si no fuéramos ni de acá ni de allá. Existencialismo al duro y sin guante: estamos aquí y allá, entre dos mundos que no nos pertenecen, uno congénito pero extirpado desde antes de ver uno la luz, y el otro, que mal que bien nos recibió, nunca fue ni será nuestro. En mi caso, para rematar, el segundo es cómplice manifiesto del congénito, ése que nos dispersó por el universo.
En fin, de calvario en calvario, aunque la cruz que cargue esté fabricada por otros materiales. No sabemos si volveremos a pisar esa tierra que nos vió nacer, o correr bajo sus aguaceros, bañarnos en ese mar, que aunque sucio o feo para otros, es tan cálido y tan nuestro; zambullirnos en los ríos, arroyos, o treparnos en cualquier arboleda chorreando jugo de mango, comer la comidita hecha por mami (la mejor del mundo) aunque fuera potaje de chícharos. Eso es lo que le da ese sabor, ese sentimiento de pertenencia, ese “nuestro” y no de otro. Pero, ¿alguna vez fue nuestro?
Vivir en la terrible incertidumbre de no saber o de estar casi seguros de que no volveremos a ver con vida nuestros seres queridos y ni siquiera darles cristiana sepultura, saber que jamás conoceremos a muchos de nuestros sobrinos, sobrinos-nietos, cuñadas/os, no es vivir. Sin darnos cuenta la vida nos escapa de las manos. Vivimos pendientes de llamar a Cuba para saber como están nuestros parientes-rehenes y persignándonos antes de hacerlo pidiendo a Dios no haya sucedido ninguna desgracia, temblando hasta escuchar el clásico- Dime; entre otras cosas, ir preparando el próximo paquetico con los tan necesarios medicamentos ausentes de las farmacias y los infaltables dólares envueltos en los prospectos.
En eso se nos va la vida, en trabajar, trabajar y trabajar, pero para los Chacumbeles, obvio. Porque aún cuando nuestros envíos sean para la familia, ¿dónde terminan esos dólares? Huelgan las explicaciones. Perdemos nuestra historia personal: acá somos la “cubana” o “la médica cubana”, o "¿vos de donde sos?", o "vos no sos argentina” —¡ni que una lo ocultara!—.
Tu pasado sólo existe en tu memoria; a las fotos en blanco y negro ya no les queda ni de negro ni de blanco. Y en ese juego con el pasado, jugando a la niña traviesa atravesada de hambre, en ocasiones te confundes y lo que aseguras que era de “allá” resulta que es de “acá”, como un constante deja-vu. Pero una vez que a fuerza de golpes y más golpes —entre otros tipos de usos y abusos que cometen con los emigrantes— logras estabilizarte y te vas enterando de que en Cuba hay presos políticos, y con el corazón decides apoyarlos, te das cuenta de tu maldita ingenuidad de cubana.
¿Cubanos para sumarse a la lucha? ¿Qué lucha? Es la pregunta que escuchas cada vez que encuentras un cubano. “¿Por qué no hablamos de otra cosa? De salsa, por ejemplo. De política, no. No me interesa la política.” En fin, que enseguida se hace evidente ese miedo tremebundo aun a miles de kilómetros de distancia. “¡Mira que estamos en Argentina, y el Che era de acá!”, insisten. ¡Bonita posesión! —les digo yo —, jamás debió haber salido de acá. Te frustras. Pero sigues encontrando la más diversa variedad de cubanos, escuchas miles de veces eso de que “mira, yo ya me fui de “allá” (allá significa Cuba) y saqué a toda mi gente. “Aquello” (también significa Cuba) ya no me importa, ni pienso volver jamás.”
Qué triste. Sin duda son muchísimos los engendros chacumbelianos que andan regados por el mundo. Tus opiniones políticas empiezan a caer mal, “eres políticamente incorrecta”, lo peor es que hasta para gente de tu pueblo, gente que viste nacer y hasta trajiste al mundo en una maltrecha camilla de policlínico, gente que hasta les conoces cuantas veces tuvieron piojos, cuantos amantes tuvieron y tantos etcéteras. Hay quien te increpa asegurándote que se fue “por motivos económicos”. ¡Qué estúpido!
Pero, muchacho, ven acá, ¿quién carajo generó tus problemas económicos para que tu única opción-aspiración y la de todo el pueblo cubano sea emigrar? Espaldas como respuesta. Gracias a Dios vas conociendo gente valiosa, gente que piensa y actúa como tú. Descubres blogs, lees, relees, recibes amenazas, te atacan virus como si te bajaran las defensas, empiezas a cerciorarte en facebook la clase de cubanos que habitan por el mundo y que hasta en algún momento fueron tus amigos y que ahora son más "políticamente correctos" que los Chacumbeles o más Papistas que el Papa, ahora van a Misa, eso da "status", hablo de los que se jamás creyeron ni en la madre que los parió y que Dios me perdone si juzgo injustamente pero esa voz interior te dice que eso no es conversión, eso es conveniencia, "status", los niños son bautizados y toman comunión y confirmación. ! Aleluya, digo yo! , pero la vocecita me dice: comemierda!, ves sus fotos y dices epa!, la clásica no puede faltar: Esa que tanto asco me provoca, sí, esa misma, el refrigerador abierto mostrando que está lleno de cualquier cosa (a lo mejor porductos vencidos o porquerías compradas en el purguero), la foto de la mesa servida sin que nadie haya tocado nada para que vean como es el yuma!, la del carro último modelo 4x4, una camioneta todo-terreno, no es de él o ella, estaba ahí en la calle, pero que saben?, no pueden imaginar que somos simples y mortales trabajadores que para mandar unos dólares-los que lo hacemos y no tomamos coca cola del olvido-tenemos que rompernos el culo aguantando lo que venga para poder cubrir los gastos de acá y enviar lo que más se pueda para allá.
Ya muchos ni te contestan los mail, los más audaces ponen un tímido -me gusta- en algún comentario apolítico. Empiezas a eliminar contactos y te despojas de varios problemas. Un día empiezas a escuchar de Yoani, y sin más te “comes” su “audacia”. Luego dudas. ¡Pero no, Klaritza, no puedes estar dudando todo el tiempo! Pero la duda se hace inevitable. Llega la certeza. Una madrugada cualquiera encajas las últimas piezas y, ¡por Dios!, he ahí la figura que escondía el rompecabeza: el jueguito castrista detrás de todo eso.
Aparecen personajes como Juan Juan Almeida García, muere Orlando Zapata —único mártir y principal víctima en todo esto—, pero sale a la palestra Fariñas tratando de opacar y acallar el destape. Archiconocida novela, caso a debatir como récord inexplicable de huelga de hambre. Con más de 4 meses en una sui géneris huelga de hambre —y según sus propias palabras— aumentó más de 60 kilos- ( se deduce que un tiempo que no fue mostrado en cámaras)
El coágulo subclavio desapareció en horas, por arte de magia, o más bien por un abracadabra que Raúl y Moratinos rezaron en conjunto, por lo que ahora la categoría de anticoagulante no se la quita nadie a ese dúo. Fariñas abandona la huelga y aparece en tiempo récord —de La Habana a Santa Clara— la cazadora de primicias. Sí, porque de dicho “abandono”, nada más y nada menos que Yoani, la mujer maravilla, toma la foto que en minutos recorre el mundo, y la CNN le hace una entrevista como a una de las cien personalidades del siglo o del año, ya ni me importa.
Mientras, el eterno enamorado lo mismo de Consuelito, su mujer, de Las Damas de Blanco, y ahora hasta del mismísimo Fariñas, se pasea “en huelga de hambre” por las calles más concurridas de La Habana. ¡Aleluya! Sin cojear, sin muletas y en perfectos actos de payasería barata. ¿No era que padece artritis reumatoidea? Ah, no, lo olvidaba, la última es espindolitis anquilopoyética. Oiga, si este señor hubiese visto caminar a un paciente con esta enfermedad, ni la nombraría. Una enfermedad como ésa no es fácil simularla, menos al caminar. Ah, perdón, se le olvidó, estaba muy atento a las cámaras. Obviamente, el hermanito menor o el mismísimo Chacumbele I, o ambos, se abrazan, se erotizan mientras dialogan y se burlan de nosotros junto a Moratinos y el “cardenal” anticristo. Todos sus secuaces se saludan y se masturban entre bambalinas con el “negrito de la virgen”.
Traman, tramaron y seguirán tramando, engendraron monstruos a su imagen y semejanza para usarlos a sus anchas. No hay drama, cuando la presión vuelva a subir, están seguros de que contarán con el apoyo de “los disidentes de turno” y de los gobernantes insaciables e indeseables que los acompañen. Están vendiendo nuestra isla —la finquita de Birán— al mejor postor. Ya se saben viejos y sin apoyo real, pero tampoco con fuerza manifiesta ni liderazgo que no puedan acallar en la oposición de dentro y fuera de su finquita.
Muchos de los de afuera se cansaron de lo mismo, se cansaron de luchar contra molinos de vientos. Ya hicieron la suya, tuvieron familias y se establecieron mejor de lo que estaban en Cuba, y ya no quieren luchar, se sienten cubanos en su melancolía, en sus sueños de otrora. Otros fueron y son comprados —poder económico versus principios—, otros ni siquiera saben a quién le temen más: si a la mafia de Miami o a los castros infiltrados en sus huestes.
Aunque parezca mentira, los hay quienes desde el corazón de Miami defienden a Juan Juan Almeida García. Y no solo a él, no, sino a su padre alegando que fue uno “de lo mejorcitos comandantes de la revolución”. Hay olvidos y olvidos. La juventud cubana cada vez es más ignorante y enajenada mental, solo piensan en la pacotilla, las memorias flash —entre más gigas mejor—, en celulares de alta gama con abono y línea incluidos, en DVD, ropa y zapatos de marca —si Armani mejor—, creen que los que estamos “afuera” tenemos gorriones que cagan dólares. No “inventan” nada los jóvenes, ¡que les caiga de arriba! ¿Estudiar para qué? ¿Quién era Martí?
Les vaciaron el cerebro, a veces pienso que el castrismo les administró a las madres alguna sustancia durante el embarazo que los idiotiza a los recién nacidos y atonta a las madres. Los jóvenes que lograron salir, la mayoría de “emigrantes económicos” —pues ni saben qué significa la palabra Patria, ni les importa— lo único que quieren es ir a Cuba a ostentar para que a sus oídos llegue la musical y embriagadora frase de: “Fulanito es millonario”. lucir cadenones de oro (diez quilates y encima alquilados), pasarse todo el día con una latica de cerveza en la mano, aunque tengan hipotecada hasta el alma en ese sitio que los hizo "millonarios", ahí si se sienten seres superiores, triunfadores , ninguno es empleado (salvo honestas excepciones) la mayoría de los propietarios empresariales son cubanos "emigrantes económicos", que por haber ido una vez a Cuba a ostentar estarán pagando o estafando una tarjeta de crédito por años y los ingenuos de allá les adoran como si huiesen llegado de la Luna luego de hacer un experimento trascendental y humanitario o hubiesen descubierto la cura del SIDA ¡Qué vergüenza ajena!
El colmo de los colmos es que una madre cubana, profesional, me mandó un correo con la foto de la hija para que le hiciera el “favor” de publicársela en Internet, a ver si la pobrecita se conseguía un extranjero, encima cuentan con la complicidad paternal para fomentar y estimular todos esos antivalores propios de una dictadura totalitaria y segregacional. Yo no soy escritora ni socióloga ni bloguera, ni política, soy cubana y me duele Cuba.
Mucho antes de éste y otros análisis, cada vez tengo menos esperanzas. Después de leer lo que un cubano escribió, de que la solución de Cuba era que terminaran de “darle la ciudadanía americana a todos los cubanos”, pues “me caigo y me levanto, como diría Zoé Valdés. Pero hasta me quedé pensando que tal vez ese “cubano” tenga razón, y ese sea el futuro de Cuba: otra estrella de la bandera americana, otro Puerto Rico, o que volvamos a ser colonia de España, con rayadillos incluidos.
Con los truenos que se escuchan no sería nada tan alocado pensarlo. El reciclaje está de moda. Al escuchar las “propuestas del raulismo Light”, pienso que jamás seremos libres ni democráticos, ni independientes. Seguiremos siendo los carneros de siempre, pero con otro amo y otras pulgas. Queda a la naturaleza actuar con los chacumbeles. Pasarán a la historia —negra historia— de forma natural, sin que nadie los juzgue ni los condenen. ¡Por los siglos de los siglos, amén! Llegará un nuevo amo, con seguridad un descendiente por línea directa de los chacumbeles, y sus acólitos asociados, entre ellos el negrito “simpaticón” (Obama). Juan Juan de secretario de la presidencia —para preservar el apellido de sangre azul—, el pájaro tieso jefe supremo de los medios de comunicación o “desinformación”, Fakir Fariñas o FF (fuera de fonda) como jefe primero de la Suprema Corte de Injusticia, Yoani, embajadora plenipotenciaria ante todas las organizaciones nacionales e internacionales y vicepresidenta de la nación…
La lista es larga, y el panorama gris con punticos negros. Los cubanos somos como las mujeres golpeadas, que por mucho que les expliques sus derechos, siempre justifican al marido: “En el fondo él es bueno. Yo tuve la culpa”. Y viene el otro moretón, y el otro y el otro y el otro. Para cambiar el sistema en Cuba, lo primero que tenemos que hacer es reconocernos nosotros mismos como seres humanos otorgándonos todos los derechos que como tales tenemos, desde los universales hasta los individuales. Mientras eso no suceda, seguirán habiendo presos políticos, habrá presiones y prisiones, traiciones, surgirán o se harán famosas muchas Yoani, Mariela Castro. la lista es larga y los fajos de verdes muy abultados.
Es evidente la descompresión que han logrado los chacumbeles con toda esa puesta en escena de Moratinos, Raulitín, Fariñas, Jaime Ortega, la GY y todos sus guayabitos de soleras. El mismo virus muta y vuelve a atacar, pero no perdamos de vista que cada vez lo hace con menos fuerzas, con decrepitud, senectud y agonía inmunda. Me alegra el hecho de que al menos algunos presos políticos serán puestos en “libertad”. No me importa si deportados o desterrados, como lo estamos muchos, al menos saldrán de esas mazmorras inmundas y no serán torturados. Por otro lado, me preocupa el resto de los presos políticos que quedarán olvidados cuando toda esta racha de milagros y anticoagulantes pase de largo.
Quedan muchos presos políticos, incluso catalogados como comunes, continúa preso el pueblo de Cuba, y nosotros, los exiliados, repartidos como punticos en esta inefable diáspora. Queda en su poderío la más genocida y atroz de las dictaduras iberoamericanas, sin que nada cambie ni haya asomo de que se pueda cambiar; a no ser a su manera, claro, como un macabro negocio y la complicidad de tantos infames, cubanos de adentro y de afuera, amén de tantos gobiernos que quisieran, como ellos, perpetuarse en el poder o agarrar una tajada en el bufé isleño.
Se seguirá apresando, torturando y matando de hambre y otras vejaciones a todo el pueblo cubano. No nos engañemos, no ha cambiado nada, ni nada va a cambiar, mientras otros dirijan y decidan la vida de todo un pueblo. Y son nuestras vidas. Dios nos las dio y solo El puede quitárnosla. Detesto todo lo que represente Poder, esté disfrazado de lo que sea: de religión, sectas, partidos, gobiernos, política. El Poder es un cáncer con metástasis, que tiene largo alcance y un nivel de adicción superior a cualquier droga.
Sin embargo, a pesar del cuadro dantesco que hoy se me presenta lleno de guayabitos y otras alimañas, aún sé que existen cubanas y cubanos de altos principios, que no se venden, que no se prestan a esas jugadas. Los medios de comunicación son muy importantes —no por gusto se les llama el cuarto poder—, (después del ejecutivo, legislativo y judicial), domina la información y dominarás el mundo, como reza una máxima. Llevemos la verdad de Cuba a todos los rincones del universo; llévenla los escritores, artistas, periodistas, locutores, maestros, curas...
No callen las verdades ni oculten las mentiras, no le demos más prensa a falsos líderes u opositores de turno, exijamos lo que por derecho es nuestro. Y si esto no llega a ocurrir por las vías pacíficas —lo que más anhelo— no quedará otra alternativa que amputar como en la gangrena. Si queremos salvarle la vida al paciente en un caso gangrenoso, la vía más urgente es la amputación del miembro necrótico. Los Castro y sus secuaces son la gangrena de Cuba, amputémoslos. Como diría Estebita: ¡Candela al macao hasta que suelte…!
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Estimados amigos y conocidos:
Mucho me ha costado llegar hasta aquí, pero de una vez largo lo que me oprime el corazón desde hace ya un tiempo.
Un abrazo con todo mi cariño y respeto y también con muchísimo dolor.
Maria Elena Morejón