¿Culpable de la cultura woke? Por ROGELIO GARCIA
La posmodernidad, nos regaló la idea de que el conocimiento es un campo de batalla, no un jardín donde todos bailamos en armonía bajo la luz de una única verdad. Jean-François Lyotard, el filósofo que le dio al disenso su merecido lugar en el altar de la cultura, parece habernos advertido, con su característico estilo mordaz, que el consenso es, en el mejor de los casos, una utopía. Y si pensabas que la razón era la única brújula en este mar de incertidumbres, bueno, prepárate para un chapuzón en las aguas turbulentas del escepticismo.
Lyotard, con una elegancia que solo un francés podría lograr, nos dejó claro que las "Grandes Narrativas" – esas historias universales que alguna vez nos dijeron qué pensar y cómo actuar – han sido destronadas. Y en su lugar, ¿qué tenemos? Pequeñas narrativas que se pelean por un espacio en la mesa, sin ninguna intención de ponerse de acuerdo. Porque, seamos sinceros, ¿qué diversión habría si todos estuviéramos de acuerdo? La discordia, la incomprensión, eso es lo que le da sabor a la vida. ¡Adiós a la paz universal y bienvenida la era de la diferencia irreconciliable!
Y hablando de ciencia, Lyotard se adelantó décadas al predecir que nuestra relación con el conocimiento sería más fría y calculadora que nunca. No es la verdad lo que buscamos, sino lo que es vendible, lo que es eficiente. ¿Qué importa si las universidades se convierten en fábricas de jugadores pragmáticos que aprenden a operar terminales en lugar de desarrollar un pensamiento crítico? ¡Es el mercado, amigo! En esta "condición posmoderna", todo es susceptible de ser reducido a bits y bytes, a una mera competencia operacional en un mundo donde las máquinas se han convertido en nuestros nuevos maestros.
Y así, con la posmodernidad, llegamos al punto en el que el consenso es un espejismo, siempre más allá del horizonte. Pero, ¡oh!, que nadie se deprima por ello. Lyotard nos anima a ver el disenso no como un fracaso, sino como un deporte intelectual, una danza donde cada paso en falso es una nueva oportunidad para demostrar nuestra agudeza mental. Porque, al fin y al cabo, ¿qué sería de la vida sin un poco de caos, sin alguien que, justo cuando pensábamos que todo estaba claro, venga a lanzar otra pregunta incómoda? ¡Larga vida al disenso, ese salvador de la monotonía intelectual!
Así que, en el centenario del nacimiento de Lyotard, no nos queda más que releer su "informe" con una sonrisa irónica en los labios, conscientes de que, en el fondo, siempre supimos que la búsqueda de la verdad era una excusa para mantener viva la conversación. Porque, al final del día, ¿quién quiere estar de acuerdo cuando es mucho más divertido estar en desacuerdo?
Peter Dario
En mi humilde opinion, los WOKES no son màs que gentes que buscan una forma derivada del izquierdismo trasnochado, desacreditado y despreciado por las gentes con experiencia de los resultados de la fallida,falaciosa y demagôgica doctrina marxista-leninista. No pudiendo asirse o agarrarse de la dicha doctrina tan abrumadoramente anti-individualismo , derivan y se esconden detras la protesta sin fundamentos,ni razonamientos validos ,pero que les sirve para sus fines de desbaratar, molestar y crear repugnancia en los que no son tan ni frustrados y tan bajos como ellos. Qué despertaron ? Claro que si se dieron cuenta que nadie con un cerebro sano, equilibrado y con cultura suficiente como para verlos venir desde lejos y sabiendo qué es lo que se traen o pretenden, los rechazamos de primeras vistas y les ponemos las **banderillas** tal cuales toreros que usamos la cultura, los conocimientos y las experiencias como banderolas. Y allà van los OLEES!
No hay comentarios:
Publicar un comentario