Yo dejo mi palabra en el aire, sin llaves y sin velos. Porque ella no es un arca de codicia, ni una mujer coqueta que trata de parecer más hermosa de lo que es. Yo dejo mi palabra en el aire, para que todos la vean, la palpen, la estrujen o la expriman. Nada hay en ella que no sea yo mismo; pero en ceñirla cómo cilicio y no cómo manto pudiera estar toda mi ciencia.
2 comentarios:
Ella siempre
lo dijo: tápenme
bien los espejos,
que la muerte presume.
Mí abuela, siempre
lo dijo: guarden
el pan
para que haya
con qué alumbrar la casa.
Mí abuela, que no tiene,
la pobre, casa
ya,
ni cara.
Mí abuela,
que
en paz
descanse.
(Elíseo Diego)
POEMA II
Yo dejo mi palabra en el aire, sin llaves y sin velos.
Porque ella no es un arca de codicia, ni una mujer
coqueta que trata de parecer más hermosa de lo que es.
Yo dejo mi palabra en el aire, para que todos la vean,
la palpen, la estrujen o la expriman.
Nada hay en ella que no sea yo mismo; pero en ceñirla
cómo cilicio y no cómo manto pudiera estar toda mi ciencia.
(Dulce María Loynaz)
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