Los "quedaditos". por ROGELIO GARCIACintio Vitier, que sab铆a m谩s por viejo que por diablo, y quien se peg贸 a las botas de Fidel Castro como si fueran el 煤ltimo modelo de moda revolucionaria para intelectuales, tuvo la brillante idea de acu帽ar, all谩 por los 90, un t茅rmino que parec铆a dise帽ado con cari帽o especial: los "quedaditos". ¿Qui茅nes eran? Pues esos intelectuales y escritores que se las ingeniaban para salir de Cuba, pero con la maleta siempre a medio hacer. No quer铆an quedarse del todo
fuera, no fuera a ser que la Revoluci贸n los echara de menos (o, m谩s bien, ellos a la Revoluci贸n). Necesitaban seguir yendo y viniendo, como quien va al mercado, para no perder del todo ese "v铆nculo cultural e institucional" que los manten铆a atados al castrismo, pero sin mojarse mucho.
Entre 1989 y 1993, un mont贸n de artistas y escritores cubanos aprovech贸 el r铆o revuelto y, con habilidad de tah煤res, se pusieron a gestionar eventos, contratos y dem谩s aventuras laborales en el extranjero. No es que quisieran huir del socialismo —eso jam谩s—, pero s铆 darle un peque帽o respiro a su cartera, que eso de "socialismo o muerte" no se lleva bien con pagar las facturas.
Ahora bien, hubo tres pa铆ses que se convirtieron en c贸mplices indispensables de estos "quedaditos": M茅xico, Rep煤blica Dominicana y, c贸mo no, Espa帽a. Viajar a los Estados Unidos, ni pensarlo. Ir a Miami era el equivalente a firmar la sentencia de exilio eterno, y esos no eran sus planes, ¡faltar铆a m谩s! Aqu铆 no estamos para quedar como desertores.
Los que se instalaron en Espa帽a lo tuvieron complicado para disfrutar del "rebote" (ese ir y venir a la isla), porque los precios de los vuelos y la distancia no ayudaban. Pero, ay, los que se quedaron en Dominicana, esos s铆 que supieron aprovechar el chollo. Con la l铆nea Cubacaribbean haciendo viajes de 20 minutos dos veces por semana, era como ir a la bodega. Y no hablemos de los que cayeron en M茅xico, un verdadero para铆so para los "quedaditos".
Claro, la mayor铆a iba a Cuba por lo menos una vez al a帽o, y algunos, m谩s aplicados, se daban la vuelta cada seis meses. Volv铆an para hacerse ver en los talleres literarios, los eventos culturales, y de paso visitaban a sus antiguos colegas, todo con la mejor sonrisa y la mano en el bolsillo, no fuera a ser que alguien pensara que hab铆an roto del todo. Porque, al final, segu铆an siendo "quedaditos" de coraz贸n… y de est贸mago. Todo esto funcion贸 de maravilla durante los a帽os 90, hasta que, inevitablemente, la cosa se puso fea y ya no hab铆a manera de mantener el ritmo. Ah铆 fue cuando el "quedadito" se transform贸 en "quedado", que ya es otra cosa, pero nunca, nunca, se rebelaron contra el r茅gimen. ¡Faltar铆a m谩s!
Y ahora te topar谩s en las redes a algunos de los "quedaditos" diciendo que fueron expulsados, desterrados a la mala. ¡Venga ya! De "quedaditos" no pasaron. Solo se quedaron cuando la situaci贸n se volvi贸 insoportable, y ahora van de m谩rtires. La f贸rmula es sencilla: quedaditos m谩s quedados es igual a:
饾憺
饾憿
饾憭
饾憫
饾憥
饾憫
饾憸
饾憺
饾憿
饾憭
饾憫
饾憥
饾憫
饾憱
饾憽
饾憸
quedadito
quedado
¡Y no me vengan con cuentos, se帽or Vitier! Ser "quedadito" no fue cosa mala, ¡a mucha honra!
Han emigrado a los Miamis con la suerte de disfrutar del "Wey of life".
"Memoria praeteritorum bonorum subdola est".
