POR Rogelio Garcia
Todo, o casi todo, lo que se publica hoy en materia de poesía es un ejemplo perfecto de la porquería postmoderna. Ha surgido una deliciosa tendencia al coloquialismo pedestre con tintes "existencialistas" que, en su noble esfuerzo por ser una expresión del cuerpo erótico, pretende desarrollar lo grotesco como corriente, lo irreverente como principio y lo neovanguardista como escapatoria, alcanzando cumbres insospechadas de cursilería lingüística. Y lo peor de todo es que la repetición constante en lo mismo crea defensores y seguidores...
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