Este sábado último -29-mayo-2010- se realizó en Moscú la quinta “gay pride”, prohibida por las autoridades y que obligó a los organizadores a medidas extremas, escondiendo hasta el instante de salida el lugar en que se realizaría, y a los participantes a cubrirse el rostro.
"..Quiero llevar la revolución que mi tío Fidel y mi padre Raúl "hicieron" ...al terreno de la sexualidad, declara Mariela Castro Espín, sexóloga, directora del CENESEX..."
Una de las propuestas políticas “hacia el poder” que ha utilizado Raúl Castro, viene de su propia hija. Sin dudas, su proyecto apoya, de tiempo en tiempo, y cuando su padre lo necesita, la salidita al Malecón, o el carnaval gay.
Alzar la bandera de la “gay actitude”, es parte del oportunismo mediático de los años que corren en Cuba, si la heredera Mariela Castro, quiere llevar la revolución de sus parientes al plano sexual, la opción entraría en el sadomasoquismo.
Lejos de cualquier valoración santurrona sobre el término y la práctica del sadomasoquismo, es bueno recordar que se realiza por personas que están de acuerdo en participar y gozan en el mismo. El juego produce placer sexual, y por lo tanto, se aleja de la concepciones psicopatológicas. Que se imponga desde la fuerza, es perversión.
¿Se basará MC en la tradicional erotización patriarcal de la violencia y de la dominación?
Tengo la sospecha que esta señora se ha quedado en la prolongación de “Amo y esclavos” y en nada relacionado con la libertad de los cuerpos. El etiquetamiento ha sido una manera de encontrar un hilo común para unir a todos. A la vez ha creado expectativas sobre lo que se considera comportamiento adecuado.
Utilizar la homosexualidad como bandera de una pretendida libertad en la dictadura cubana, es macabro. Los homosexuales de la isla, podrán saltar sobre la ocasión, lo que no dudo sea una especie de pasaporte, pero el fenómeno habla de mala memoria – si, fue un error la UMA- pero sigue siendo un error utilizar , ante el mundo, la aceptación de las preferencias sexuales como " avances o progresos" dentro de la tiranía.
Mariela Castro ha creado su imperio, nuevos compartimientos donde pretende desculpabilizar a su familia, pero solo proyecta sus limitaciones freudianas, unidas a entretener, justificar, y seguir en el juego político con la apariencia de transición, completamente ausente de reconstruir una identidad tanto a homos como heteros.