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jueves, febrero 03, 2011

El ángel negro taladra el muro


grafica de William Rios



El ángel negro taladra el muro


"¿Por qué es pesado tu vuelo,
por qué se atrasa?
-He pasado quince años
hablando al muro
y ese muro lo arrastro yo solo
desde mi infierno
para que ahora
os lo diga todo..."
WH.




Vladimír Holan no tenía Dios,
pero creía en los milagros del encierro,
donde no compran no venden lengua
y la razón es una piedra resistente
al traspiés de las sombras.


En 1948 le prohibieron

-los comunistas le vetaron el verso-

y se encerró por Kampa,
en La gruta de las palabras
de las islas del río Moldava,
donde cada amanecer las brumas
abanican delirios.

En su casa de Praga
echó cortinas y dormía de día,
vivía de noche.

De muro a muro el poema rebotaba
como una pelota de palabras
mal acentuadas,
junto a cacofonías del eco
que abruma si calla,
cuando calla
y el vacío se instala.

Acariciando el muro escribió
cinco novelas que luego destruyó,
diez libros de poemas de poca suerte,
y tradujo a Baudelaire, Rilke, Góngora.

Para Holan el reloj era escurridizo,
arena humeda en el paladar,
rendija hiriente en el ojillo.

Como un Mozart alcohólico
prefería al fantasma de su madre
que le visitaba con el canto del gallo,
-jazmín y taza humeante de té,
espantando las trompetas
de la afamada coreografía mundana.

Nunca acudió a recoger premios,
recorrió todas las distancias de la vida
cuando tenía seis años
y caminaba cuatro kilómetros

- día a día aprendiendo
el nombre de las plantas-

para estudiar latín
en un convento cercano a Podolí.

Cuando en 1980 salió de su casa
con 75 años para morir en un hospital,
arrastraba cuatro paredes descorchadas.

En el lugar de la puerta,
Holan había abierto a cabezazos
un hueco tan inmenso que su cuerpo
sobrevolaba el horizonte
donde un pájaro en simple atuendo
grazna, libre.


La costurera de Malasaña

Vuelve el ángel negro de Praga
Una monumental antología rescata a Vladimír Holan - El autor checo se recluyó en casa durante 30 años cuando el régimen comunista le prohibió publicar

domingo, enero 30, 2011

Praesumptio y desperatio de la costurera de Malasaña







Praesumptio y desperatio

"por haberme comportado prudentemente en la juventud, me voy haciendo romántico con la edad"Jane Austen



Lo quiero todo: lo grande y lo menudo,

la ebriedad y la rutina,

y me responden: no se puede tener,

hay que adaptarse

entre el punto de equilibrio,

y los extremos, renunciar.


Mi día es un jardín de excesos correctivos:

violencia, orden, justo,

arrogancia, dioses, castigo

y solo soy una presuntuosa

con un pecho opulento,

desesperada , lúgubre .


Devastada de tiempo,

de la empresa humana

absolutamente todo

la vanidad: haber sido amada,

el sufrimiento.



- »Todo lo concede la Fortuna a su favorito,

por completo.

Los gozos, los infinitos; las penas,

las infinitas,

por completo »-


murmura Goethe desde la esquina

aquejada del vientecillo frio,

que confunde y amarga

con su insuperable gris quejumbroso.



El término medio mata,

escora en mi cuerpo que va

perdiendo el roce,

cierto olor a otro cuerpo,

a veces el gesto,

o su mirada posada en el borde de la cama.



Tremendamente seria

pasablemente adaptada

-sin él-

el universo impaciente enreda

la muerte con las horas

y aun así quiero sin rendirme ,

atento mi oído a esa voz

que no ha llegado.


La costurera de Malasaña.

LO quiero todo


ilustraciones de William Rios