La lenta jicotea piensa que vuela sin tener alas, pues ha seguido una técnica muy conocida, venderse como caguama, pensarse tan grande que se aprovecha de los aires enrarecidos del bajío, ahí donde han hundido a la Patria y así entretener el ojo que piensa " ¿en qué clase de hueco hemos caído?", y " ¿donde conduce, hacia donde vamos? " sin encontrar respuestas.
Quizás no se resuelva con pájaros altivos, y otros especímenes de la fauna y sea simple llegar a la población cubana: un ser humano que suba al acantilado, sin temor a la escalada y pase la frontera de ese camino- ese que no conduce a nada, de ínfulas, egos, autoentrevistas y abolengos impuestos por el deshonor de las batallas malsanas, donde la libertad importa poco.
Bla bla bla bla y la jicotea se cree caimana, dejando muy triste a la espera, y constancia de su limitación humana.
Puñeteros de Mala fe- como los nombra
Josan Caballero- sobrevolando Miami.