Está muy bien detestar toda dictadura —¡bravo!—, pero te pasaste una década rindiéndole pleitesía a la de Fidel Castro, con más fervor que un novicio en retiro espiritual. Está muy bien no endiosar a ningún político —sabia postura—, pero allá en Cuba desfilabas como un tamborilero entusiasta, con pancarta al hombro y rostro extático bajo la foto de Fidel, como si fuera tu arcángel tutelar.
Y ahora vienes, con tu mejor cara de mármol, a indignarte por los “perfiles falsos” que —digamos que alegadamente— te dicen la verdad sin maquillaje. ¿No fuiste tú, el juvenil cuadro ejemplar de la UJC, que redactaba editoriales para el periodico Venceremos, panfleto provincial del PCC en Guantanamo, y luego pasaste con paso firme y pluma militante a La Jiribilla, donde el oficialismo cultural encontraba en ti a uno de sus más pulcros escribanos?
Lo que te toca ahora no es llorar por las esquinas de Fb ni rasgarte las vestiduras en las redes sociales. Lo que tienes que hacer es sencillo: demostrar que es falso que fuiste en Cuba un tracatán al servicio del régimen. Saca tus cartas. Exhibe tus méritos disidentes. Publica las pruebas de que, en vez de aplaudir, mordías.Entonces te daré la oportunidad de una pelea cuerpo a cuerpo.
De lo contrario, asume con la frente en alto tu papel de soldado revolucionario socialista, oponiéndote desde una agenda a todo lo que dice un presidente electo por la voluntad del pueblo estadounidense.
Vienes de allá, de tu cubita, con el periodismo socialista de consignación, no para informar, sino para desinformar; no para debatir, sino para calumniar; y no para disentir con pluralanza, sino para disfrazar el pasado con el oportunismo. Usted es una mula de carga socialista....
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