El viejo Gainsbourg ha vueltoUna noche de mucho alcohol,
de poco acierto,
un hombre de mediana edad
cuenta las persianas,
la verja, las paredes, la puerta
abarrotadas de frases.
El viejo ha vuelto,
con su Gitanes y su cóctel
y algo en la mano.
Como en los buenos tiempos,
rompe las páginas de los periódicos
las pantallas de la televisión,
su territorio de infancia.
En un tugurio de travestís de Pigalle,
obsesionado, cara oculta,
las manos a la cabeza
abandona el escenario.
Momento extraño: amenazado por la lluvia
quema un billete de 500 francos,
paga por acostarse en su propia cama
mientras exhuma viejos temas
pretendidamente inéditos,
probablemente borracho
levanta el brazo derecho -el del cigarro-
y canta, en solitario, el himno de Francia.
Vuestra costurera de Malasaña, quien corta y zurce con esmero.