jueves, julio 04, 2024

EL FRAUDE YOANI SANCHEZ

 


Ed🍊
Hace 10 años tuvo la oportunidad que muchos sueñan con tener. Yoani Sanchez, la directora de fue invitada a hablar frente al Congreso de los Estados Unidos. Cuando le preguntaron que iba a decir, estas fueron sus palabras. Escuchen bien el final. 👁👇👁





Eloisa AD
Es lamentable que personas que hablen por el pueblo Cubano ,no desde ,que sea transversal que entiendo que abarca también los ideales comunistas y no vertical ,se tome el gran atrevimiento de ir al Congreso a decir que es el pueblo Cubano el que está cambiando ,desde luego que están tomando alternativas para huir de esa tiranía ,ya veo que está cambiando porque la cúpula se niega hacerlo por ellos ,largarse y para concluir,no vaya allí a pedir nada .Señores ,está es la auténtica oposición leal ,sus palabras es auténticamente fiel a la cúpula Castrista . no representas al pueblo Cubano ,nadie te eligió para hablar en ningún sitio sobre los Cubanos y basta ya de desfachatez con tú elocuencia de estar engañando ,basta ya ,apártese !
@14ymedio
Y todavía hay personas que ni se atreven a mencionarla. son alrededor de 10 años que va dejando la semillita de . Mira que casualidad en América Latina, cómo ha caminado sin que nadie le perturbe su mensaje “SU AGENDA”. Ella habló por el pueblo de #Cuba y estoy convencida que ese pueblo No la conoce.


Quienes son esta gente, hablando por el Cubano. El socialismo en cuba debe extinguirse sea de malos o buenos modales, igual no sirve. Esa es otra vividora más. Es capitalismo o nada. Socialismos o comunismo es igual a miseria.

A mi nunca me engañó, allá ustedes, su muela me marea, su forma de darle vuelta a la situación tan crudisima que tiene Cuba y decir que no sabe si es de izquierda o derecha🤣🤣🤣🤣🤣, pues mas claro ni el agua, ya no hay nada que dejar a la imaginación. Ella, el esposo y la hija del esposo, todos ellos están vinculados con la queridisima y singaisima dictadura cubana

ha muerto en exilio La esquina de las palabras.

 

POR Rogelio Garcí

 
El arte y la literatura en Miami están de luto, o al menos eso parece. Ayer se anunció abruptamente el fallecimiento de una de las tertulias literarias más emblemáticas y longevas, como si se tratara de un pariente cercano. El desenlace se veía venir. "La otra esquina de las palabras" ha muerto, pero no su espíritu, que, según sus seguidores llorando en las redes sociales, será un impulso para nuevos proyectos, quienes ya buscan su próxima obsesión.
En un post en Facebook, donde se dio la noticia del deceso, cientos de comentarios lamentaban una gran pérdida para la cultura cubana en el exilio, como si fuera el último bastión de la civilización. Algunos, en un tono heroico, consideraron la tertulia y a su coordinador como lo mejor de lo mejor, el supremum, el ad summum, si hubiese llegado el apocalipsis y solo ellos tuvieran la llave de la salvación.
Muchos preguntaron las causas del deceso, pero aún no se tiene el informe de la necropsia del forense. Sin embargo, el rumor es que había contraído un cáncer de ideología ñángara, afectando los principios y objetivos originales por la democracia y la literatura independiente, porque hasta las tertulias literarias no están exentas de dramas políticos.
Participé allá por 2011 en un par de encuentros, muy buenos por cierto. Recuerdo la visita de un escritor cubano radicado en Francia que pronunció una perorata sobre Lezama Lima. ¡Qué tiempos aquellos!
Ahora queda una preocupación en el imaginario colectivo post mortem sobre quién asumirá la antorcha del espíritu de "La otra esquina" antes de que se apague, porque, aparentemente, la cultura cubana depende de ello.
Aspiran a tomar la antorcha la nueva casta literaria alrededor de Artefactus, el círculo de abuelos de Tinta Verde y los siete enanitos de la Casona. La competencia está reñida y, quién sabe, tal vez hasta haya un reality show para decidir al próximo gran salvador de la cultura literaria en Miami.

Esto se va a repetir en el cambio fraude que se pretende para Cuba

 




𝗖𝘂𝗯𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝗛 𝗱𝗲 𝗢𝗿𝘁𝗼𝗴𝗿𝗮𝗳𝗶́𝗮
#EstampasDeMiCuba - HISTORIA DE CUBA. Proclama al Pueblo de Cuba LOS VETERANOS DE LA INDEPENDENCIA AL PUEBLO DE CUBA Octubre 28 de 1911 Conciudadanos: Un gran movimiento de conciencia nacional agitó a la sociedad cubana. Los veteranos lo inician y el pueblo cubano lo mantiene; la justicia lo preside; lo anima el patriotismo. Cuando el 20 de mayo de 1902 la adorada bandera de los cubanos, saludada por todas las naciones, flameó sobre las fortalezas seculares tras medio siglo de luchas desesperadas y gloriosas, los supervivientes de la legión libertadora, al calor de generosos y puros sentimientos, estrecharon sobre su corazón a sus compatriotas; y unidos los cubanos bajo el lema de «La República con todos y para el bien de todos», comenzaron la vida dignificada, de un pueblo libre. Rotas las cadenas, las servidumbres abatidas, el cubano, dueño al fin de su Patria, alzó la frente al sol de un nuevo día de justicia, libertad y progreso; se arrancó del corazón las santas iras de la guerra y abrió las puertas de la nueva sociedad a todas las actividades humanas, sin amargas exclusiones. Al español que lo combatiera y al compatriota que lo traicionara, ofreció por igual sus fértiles tierras, sus ricas industrias, su comercio, sus talleres, sus libertades y el amparo de sus leyes. El cubano, ante el enemigo vencido, borró la sombra del opresor, y ante el propio compatriota que le asesinara en la emboscada cerró los ojos y brindó a todos, por igual, con piadosa mano, cuanto poseía la tierra que había redimido y las libertades que había conquistado. Lo único que no podía, sin demencia, ofrecerles, era la dirección de la nueva República. No podían resguardar nuestra libertad los que la habían combatido; la sociedad cubana no podía erigir en jefes a sus propios enemigos. El pueblo cubano quiso para guía de la nueva nacionalidad el probado patriotismo, y así lo expresó con voluntad soberana al elegir sus primeros magistrados. Quiso que los cargos públicos fuesen como debe ser, para la aptitud, la idoneidad, la honradez y el mérito, no para la delincuencia. ¿Cuándo, en qué país, ni con qué pretexto de igualdad, se ha visto premiada la traición contra la Patria? Si en la igualdad ante la Ley pudieran, monstruosamente, confundirse el bien y la perversidad, que la conciencia universal y las leyes han separado, ni tendría castigo el delito ni estímulo la virtud, y la sociedad desquiciada en su fundamento moral, sin tradiciones, sin bandera y sin ideales, caería deshonrada ante las más groseras fuerzas de la bestialidad humana. Aquellos malos cubanos que alzaron sus manos contra Cuba, no ya conforme con el perdón de sus crímenes, se dedicaron, con diversas intrigas, a reconquistar en la República un predominio que, de subsistir, haría al pueblo cubano bajar humillado la frente, encendida por el rubor y la vergüenza. Alejándose casi siempre de los pueblos que fueron testigos de sus maldades, alistándose sigilosamente bajo los banderines de los partidos políticos y contaminando todo cuanto tocaron, han ido escalando aquellos puestos que debieron reservarse a los cubanos que carecen de manchas en su vida, a extremo tal que algunas localidades sufren la desdicha de tener como representante de la autoridad a guerrilleros viles que en los aciagos días de la guerra gozaban en arrastrar por las calles, frente a las familias cubanas enloquecidas, los cadáveres ensangrentados de los mártires de Cuba. BASTA YA DE MONSTRUOSA TOLERANCIA. De hoy más nuestra pasividad sería imprevisión, deshonor y cobardía. La República firme y fuerte después de tantos años de resignación debe consagrar algunas energías a separar de la administración pública a los que traicionaron a la Patria. La Ley Penal de Cuba, promulgada en la época revolucionaria, comprendía en el delito de traición, castigado con la muerte, al espía, al guerrillero, a todo cubano que, bajo bandera española, combatía contra Cuba, o de un modo directo favorecía al progreso de las armas enemigas. Y aún el mismo Código Penal español, todavía vigente en Cuba, define al traidor diciendo, con admirable concisión: «el que tomare las armas contra la Patria bajo bandera enemiga». Y si la ley Penal aquí vigente fija el concepto universal del traidor a la Patria como un crimen tan horrendo que para él todos los pueblos de la tierra forjan la cadena perpetua y alzan la horca, ¿cómo vamos a tolerar que los traidores, adueñándose cautelosamente de la administración de la República, puedan volver a traicionarla y hundir su acero en el corazón de Cuba? ¿Cómo hemos de legar a la nueva generación con la muerte de nuestros mejores sentimientos el ejemplo pavoroso y funesto de entregar ahora en nombre de una igualdad mentida y de una concordia vergonzosa el dinero público, los honores y la autoridad de Cuba a aquellos mismos siniestros guerrilleros? ¡No! Lejos está de nosotros la idea de que se les aplique hoy el castigo a que se hicieron merecedores, porque con el último disparo que consagró la victoria se proclamó como principio fundamental para el porvenir el perdón de todos los agravios para restablecer con la paz moral de los espíritus el equilibrio social perturbado; pero ni entonces ni después se reconoció como un dogma confiar a la traición la obra del patriotismo. ¿Qué menos puede pedirse a nuestro enemigo de ayer, amigo interesado de hoy para medrar a la sombra de las instituciones republicanas, que la renuncia de todo cargo público, que ni moral ni legalmente tiene derecho a desempeñar? Puede, sí, vivir en Cuba como ciudadano o como extranjero, al amparo positivo de nuestras leyes protectoras, que defenderán su vida, su hacienda y su libertad; pero jamás, sin lastimar la conciencia nacional, pretenderá dirigir los destinos de la República. Los veteranos de la Independencia en este conflicto inevitable, no por ellos provocado, sino por el cinismo con que los reprobos se van apoderando de los puestos oficiales y del porvenir de la Patria, señalan a los Poderes de la nación las inhabilitaciones prescritas contra los cubanos de «mala conducta» por la Ley del Servicio Civil, e invocando la justicia, la previsión y el sentimiento patrio, acuden al corazón del pueblo cubano, porque sería absurdo y monstruosamente inmoral calificar de «buena» la conducta de aquellos cubanos que pelearon contra Cuba, realizando un crimen de lesa patria, castigado con la pena de muerte en todos los códigos del mundo. Somos los primeros en guardar las leyes y el público sosiego, pero con tenacidad digna de la patriótica finalidad que perseguimos, lucharemos sin descanso hasta lograr el éxito completo, que en tan noble empresa habrán de secundarnos las autoridades y Poderes de la República, el pueblo de Cuba y esa generación joven, la mejor esperanza de la Patria, y a la que los veteranos hemos de entregar, como precioso legado, el patriótico deber de velar porque no se mistifique el amor a la nacionalidad cubana. Nada pedimos para los veteranos, aunque la miseria les hiera muchos hogares; solo queremos que a los desleales sustituyan en los cargos públicos los cubanos que amaron a Cuba y los que no deshonraron su existencia; todos los cubanos, menos los que combatieron contra Cuba. Queremos, porque Cuba lo necesita más que ningún otro pueblo, que aquí siempre se execre la traición y se aprecie el patriotismo. Para los cargos de la República ya no deben confundirse los traidores con los patriotas. El que igualar pretenda a los demás cubanos al guerrillero vil tiene la conciencia de un guerrillero. Que los traidores aren en paz la tierra que sembraron de huesos cubanos, pero que jamás usurpen ni profanen los cargos de la República que tanto odiaron, los espías, los movilizados, los guerrilleros, los que profanaron el cadáver de Antonio Maceo y destrozaron la juvenil cabeza de Panchito Gómez, siniestros malvados cuya aparición en nuestros campos era, para la familia cubana, la señal terrible del incendio, la bestialidad y la matanza, a cuyo furor brutal rodaban las ancianas cabezas y eran ahogados los sollozos de las madres y los gritos de la inmaculada inocencia. Habana, 28 de octubre de 1911. Por el Consejo nacional de Veteranos: General Emilio Núñez Rodríguez, presidente General Silverio Sánchez Figueras, general Enrique Loynaz del Castillo, coronel Cosme de la Torriente, general Juan E. Ducassi, general Manuel Alfonso Seijas, general José Miro Argenter, general Agustín Cebreco, general Carlos García Vélez, general Pedro Díaz Molina, general Hugo Roberts, general Francisco Carrillo Morales, general José Fernández de Castro, general Francisco de P. Valiente, general Carlos González Clavel, general Demetrio Castillo Duany, coronel Manuel María Coronado, coronel Agustín Cruz González, coronel Aurelio Hevia, teniente coronel Casimiro Naya y Serrano, coronel Manuel Lazo, vicepresidentes. Comandante Manuel Secades Japón, secretario de actas; coronel José Gálvez; coronel Dr. Eulogio Sardiñas; subteniente Dr. Edmundo Estrada; comandante Dr. Miguel A. Varona; comandante Miguel Coyula, vicesecretarios. Teniente Luis Suárez Vera, secretario de correspondencia. Coronel José Camejo, comandante Armando Prats, coronel Enrique Molina, teniente Emilio Ayala, comandante Miguel Ángel Ruiz, vice-secretarios. Coronel Manuel Aranda, tesorero. Capitán Armando Cartaya, teniente coronel Justo Carrillo, coronel Lucas Álvarez Cerice, coronel Fernando Figueredo, coronel José N. Jane, vice-tesoreros. También sumaban su firma al histórico documento más de un centenar de oficiales que iban desde generales hasta tenientes.

Esto se va a repetir en el cambio fraude que se pretende para Cuba, veremos a cubanos que apoyaron el castros o llegar al poder con el piso alfombrado mientras los cubanos que siempre han reunido del régimen quedar en un segundo y tercer plano, o en algunos casos ningún plano.