LA CIUDAD SITIADA
par Javier IglesiasAllí estuvimos todos
que no éramos demasiado
cuando los verdugos
degollaron la ya moribunda poesía
por temor a que en el trópico
amanecieses la libertad
pintada en las nubes
que se les escapan de sus decretos
y no consiguen censurar.
A veces quiero mentir,
pero la lengua no me deja,
maldito precipicio
inevitable al vacío
que resiste a las palabras
guardadas para tiempos de claridad.
Enero es mucho más que 59
unas ruinas donde los silencios
insisten en prosperar
porque el olvido es un remedio colectivo.
Soy un animal salvaje,
no quiero sólo lo más difícil,
quiero lo imposible,
el árbol – ceiba – como refugio,
al que muchos
que tampoco es demasiado
acuden para sembrar ilusiones
que son puente imaginando diálogos
en la penumbra de un lugar
donde el mar hasta hoy
es el único camino.