Lo que han matado es la niñez de (cinco, seis) generaciones, la juventud de otras tantas, el cause de la savia, el componente, mas allá de la acetilcolina, la adrenalina, el componente genético de protestar cuando entre la cabeza, el cuerpo, el corazón, la tripa que pide comida, los deseos, y la vida, se ha establecido un abismo, el vértice del mareo y nada compensa.
En cualquier lugar del mundo los estudiantes salen a la calle y protestan; los sindicatos reclaman, los mujeres señalan, los políticos exigen cambios y manifiestan, salen a la calle; esa verborrea de que once millones de cubanos están todos de acuerdo para subir y bajar la cabeza en un si, si, si interminable, no se lo cree ni el tipo que controla la represión.
Lo que veo es miedo, mucho miedo en el desgobierno de la Habana., cualquier chama que se pare al frente y les desafíe los pondrá en ridículo. Hasta el más abusivo ovejero sabe que tiene en la manada, algunas chivas descarriadas, y que es cuestión de tiempo y de aprender que si se puede, y que pase lo que tendrá que pasar, que se larguen en desbandada esos pajarracos que defecan sobre la isla.