Por Leyser Martinez
La culpa de que la mediocridad (muchas veces) cree fama y espacio, no es siempre de las élites, es de la farándula “semi-puta” que abraza lo mediocre por oportunismo momentáneo. Algo parecido a lo político-correcto. La genialidad sin embargo, en su caso más genuino y exitoso (no el genio anónimo y clandestino) si goza del mismo nivel de reconocimiento que lo mediocre, sufre de un igualitarismo que compromete el acto artístico, mutila la esencia del mismo.
Las élites tienen en sus manos el deber de la justa categorización, sin pensar o penar por corazones rotos o hígados avinagrados.
Cuando al pan, pan y al vino, vino, todo se balancea justo, necesario… divino.
