La correspondencia que Magritte mantuvo entre 1947 y 1967 con Alexander Iolas, su marchante de arte en Nueva York, muestran la desconocida faceta comercial del genial pintor surrealista y sirven para que EL PAIS suelte un titular ambiguo:
Las cartas privadas de Magritte desvelan su faceta más comercialSería dudoso, en todo caso, que el pintor hablara con quien le vende los cuadros de lechugas o de sexo. En fin, corrido el tiempo, al fin descubren que los artistas también comen y pagan facturas y todo eso que parece terrenal, pues sí... que se le va a hacer.
Y Hoy hay, en Londres,
SUBASTA de sus obras, eso sí no se lo podía imaginar Magritte, y a qué precios, mama mía!!!!.