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lunes, octubre 05, 2009

tranca malanga




Arrimo a la eyaculación del eufórico y poco ético impulso personal ( O a la Tranca Malanga)

Por Leyser Martinez

¿Es la ética una especie de “doble moral” o un maduro método de autocontrol?
No es un cuestionamiento brillante ni absoluto pero para mí tiene sentido. Resulta que la imperfección me somete a la sinceridad, en la mayoría de los casos lo correctamente político me resulta sumamente hipócrita. Y es que la hipocresía se revela como ingrediente de una ética impuesta, o de un comportamiento adecuado, con normas a seguir.

La educación no está en juego aquí, ya eso es cuestión de conocimiento, preparación e instrucción, lo que verdaderamente se pone en duda, bajo la influencia de una dosis de practica ética ante un polémico argumento, es la honestidad, la capacidad instintiva de reaccionar (visceral o enérgicamente, y en raros casos violentamente) en defensa de nuestras convicciones y principios.

Hace unos días hablaba de la limitada tolerancia y del amplio respeto, pero hoy me cuestiono el comportamiento ético, o mejor dicho, políticamente correcto, porque sin duda la ética es imprescindible para el valor de la moral, del juicio y la sensatez.

Me retracto un poco en generalizar sobre la ética como elemento de armadura sobre los verdaderos impulsos naturales, digamos que hay ramificaciones de la misma las cuales me producen una amarga sensación de impedimento. El buche amargo, el sobrepeso del hígado, la bilis pugnando con el ceño.



Diserto sobre este tema, porque recientemente he visto tendencia a criticar a los impulsos, a repudiar a los enérgicos de conducta, a opacar reacciones validas con el manto cínico de la tolerancia y el protocolo, ese manto que se teje con lana de oveja, del rebaño, angelical manejo de apacigüe , controlar emociones y embadurnar derechos con baba políticamente correcta, una práctica fútil la cual me condena a un silencio para mi insostenible, porque nunca fue esa mi madera, nunca perdí trozos de autoestima a cambio de beneficios, y me negué como machito pelú a participar del aparato cuando me desboqué en mi lucha (poca, simple, pero lucha).

Me resulta débil y amanerada esta manera de proceder ante las causas, de meternos todos en un mismo saco armónico de igualitarismo sentimental y amnésico, cuando lo que defiendo, con mi verdad, sea protocolar o no, es principalmente el pluralismo y la libre expresión, opinar y disentir, respetar y refutar, hablar y escuchar, enjuiciar y perdonar, obrar y cambiar, confrontar, coincidir, y que el olvido llegue después de las cuentas saldadas, no mediante un oportunista discurso para eximir culpas por cobrar, simplona táctica que somete ideas.

Y es que a veces me da la “chiripiorka” e increpo la práctica mencionada, con un poco “po-ético” modo, si tomamos en cuenta reglas internacionales de buenos modales, y me da por anular eufemismos y mandar a “la tranca” a algunos individuos (o semi-individuos),por el simple placer de ejercer mi visceral derecho y eyacular el impulso eufórico a través de una buena respuesta frontal, sin que eso represente que en mi interior exista un “gato negro” (o de cualquier raza o color) , ya me las arreglaré yo con mi almohada en la noche , y reflexionaré si fue ‘políticamente correcto’ lo que hice, la duda se convierte en pensamiento que se diluye a los primeros pestañazos, pero les aseguro que la conciencia ni se entera, esa me da la razón a mi siempre, pues yo la mantengo a dieta de incisiva vergüenza con mi impopular concepto de razonamiento “ético”,…y como yo, duerme a pierna suelta.

©Ley Martínez