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Yo a Cuba no regreso. No puedo. No quiero.
¿Qué ganaría? En Cuba, no me queda nada. Ni nadie. Perdí muchas cosas antes de irme. Amigos, familiares. Objetos personales. Nunca tuve libertad. Nadie la tuvo, excepto los que nos prohibieron tenerla. Pasé hambre, mucha hambre, y necesidad. Nunca me prostituí, pero siempre tuve una proxeneta llamada «Revolución», que se quedaba con todos mis escasos recursos incluso después de forzarme a tener relaciones no deseadas con ella. En Cuba, ya nada está igual. Quizás nunca fue como uno pensaba, o soñaba. El lugar donde crecí siempre fue un desastre. ¿Regresar a mi solar, a esa cloaca fétida en la que mi padre perdió la salud, a ese cuartucho que guarda escasez y sueños truncados? ¿Regresar a mi niñez? Sería volver al barrio lleno de gente chismosa, envidiosa, frustrada, borracha, violenta. A ver a la gente en la esquina, discutiendo de cualquier cosa y, cubanos al fin, gritando más que nadie de un tema del que no saben absolutamente un carajo. ¿La escuelita primaria? ¿Esa donde tuve que decir, una y otra vez, «¡Pioneros por el comunismo seremos como el Che!», donde me regañaban delante de todos por tener una parte de la camisa por fuera o porque la pañoleta estaba echada hacia un lado? Gracias. Esa mierda no la quiero revivir. Yo a Cuba no regreso. No puedo. No quiero. No lo necesito. Si a ti te hace falta, si te da oxígeno, si tienes familiares, regresa. Estás en tu derecho. Nadie puede impedírtelo, pero verás que cada vuelta atrás es peor, más hiriente, más desoladora. ¿Qué mayor decepción y obligatoriedad de «tragar en seco» que cuando llegas al aeropuerto y te consume el miedo de que en la Aduana de tu país, en ese que dejaste, otros cubanos que pasaron la misma hambre que tú te despojen de los artículos que llevas como salvavidas para amigos y familiares? Yo a Cuba no regreso. No puedo. No quiero. No es virar a una Cuba libre, realmente libre, es que la Cuba que necesitaba, cuando la necesité, nunca estuvo, no existió, me dio la espalda, me abandonó. Y yo le devolví con la misma moneda.